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Deportes y juegos tradicionales

Manuel Ricol, el decano del ciclismo en España

Manuel Ricol, el decano del ciclismo en España

Portada dedicada a Manuel Ricol por la revista Los Deportes de Barcelona con motivo de la visita del veterano ciclista al Dr. Barraquer (Barcelona, 9 de junio de 1901)

DEPORTES Y JUEGOS TRADICIONALES

Publicado en “Domingo”, suplemento del Diario del Altoaragón, Domingo, 11 de abril de 1999

Por José Antonio ADELL CASTÁN y Celedonio GARCÍA RODRÍGUEZ

    Hace poco tiempo nos recordaba Mariano Amada, ligado por lazos familiares a la ciudad de Barbastro, que este año se cumplía el Ciento Cincuenta Aniversario del nacimiento de Manuel Ricol Giner, relojero barbastrense y pionero del ciclismo español.

    Recientemente Francisco Lagardera publicaba un interesante artículo titulado “Ciclismo y modernidad en Barbastro durante el siglo XIX”, en la revista Somontano, y que, sin duda, era un homenaje a tan distinguido velocipedista.

   Por nuestra parte, más modestamente, queremos contribuir con este y quizá con algún otro artículo, recordando alguna de las múltiples hazañas de Ricol; de esta manera nos unimos al homenaje que la ciudad del Vero está obligada a rendir a tan ilustre personaje.

Los inicios velocipédicos de Ricol

    A Manuel Ricol se le considera el decano del ciclismo en España; nació en 1849, en Castellote (Teruel), trasladándose su familia a Barbastro cuando tenía ocho años. En 1869 ya montaba en velocípedo, a los pocos años de que fuera inventado por los hermanos Michaux (1860). En 1877 se estableció en Barbastro de relojero y poco después fundaría el primer Club Velocipedista de Aragón.

    Los inicios de la historia del velocipedismo español están íntimamente ligados a su nombre. La memoria ciclista del oscense Eloy Pá también iba unida a este personaje:

    “Yo recuerdo que todavía niño, y cuando ni siquiera sabía pronunciar la palabra velocípedo, veía un hombre de larga y sedosa barba negra, montado sobre un hierro sostenido por una rueda extraordinaria por lo grande y otra extraordinaria por lo pequeña, pasar con tal velocidad, que producía nuestro asombro y la admiración de los mayores. Creíamosle un ser diferente de los demás y nos parecía imposible que, andando el tiempo, aquel vehículo llegara a generalizarse hasta conseguir la importancia que hoy tiene; y a esto nadie ha contribuido como Ricol, poniendo sus consejos, sus conocimientos y su capital a disposición de sus numerosos amigos” (1).

    Su nombre era conocido en toda España y en todas las regiones fueron testigos de su presencia, cuando era desconocido este medio de locomoción. Tuvo que aguantar las burlas de sus contemporáneos, los mismos que luego le aplaudían y felicitaban por su brillante carrera velocipédica.

El héroe del Vero

    Ricol siempre mantuvo viva la afición al velocipedismo e impregnó de ciclismo a cuanto le rodeaba. Si en alguna época el ciclismo atravesó dificultades, aparecía el “héroe del Vero” anunciando algún récord asombroso y ponía en movimiento a todos los pueblos que atravesaba en su tránsito.

    Prototipo de caballerosidad, Ricol fue espléndido con cuantos velocipedistas visitaron Barbastro. Su locura con todo lo que se relacionaba con el ciclismo, le hacía ser desprendido con el dinero y participaba en cualquier empresa que se le propusiera.

    Siempre tuvo un grupo de discípulos que heredaron del maestro su resistencia y su carácter.

Algunos records de Ricol

    El 14 de octubre de 1888 Ricol estableció el récord de doce horas, sin ser batido posteriormente en aquel año.

    El 15 de marzo de 1889 realizó 253 kilómetros en 20 horas y 32 minutos, estableciendo otro récord, puesto que Enrique Marzo consiguió el de 24 horas en diciembre del mismo año, cuando iba a entregarse a Ricol el diploma de Campeón de resistencia de España. 

Cien kilómetros sin desmontar

    El primero de marzo de 1893 El Ciclista  anunciaba que el conocido ciclista D. Manuel Ricol, a sus 44 años, pensaba batir el récord de 100 kilómetros sobre carretera, con la particularidad de hacer el recorrido sin desmontar una sola vez. El itinerario sería Barbastro a Huesca y regreso.

    En realidad, el intento de este récord no era exclusivo de Ricol, sino que iban a participar otros velocipedistas barbastrenses. Para el control de estas pruebas, no exentas de originalidad, teniendo en cuenta las fuertes cuestas del recorrido, los ciclistas de Barbastro contaban con la participación de los oscenses para que actuasen de testigos.

    Este anuncio pudo ser una más de las artimañas habituales en Ricol para mantener vivo el club ciclista barbastrense, afectado por la intromisión y predominio de socios ajenos al velocipedismo.

    El «Club de Velocipedistas de Barbastro» desapareció, pero el reducido grupo de velocipedistas permaneció, si cabe, más unido que nunca.

    El 10 de junio, por la noche, Peropadre y Llebot salieron para esperar a Ricol en Huesca; Palacián, Mateo, Ferrando y Regne se trasladaron a diferentes puntos del trayecto; asimismo, Conte, de Angüés, y Benabarre, Azara y Coll, de Lascellas, ocuparon otros puntos que de antemano tenían indicados.

    El día 11, Cidraque, Ramis, Ester, Beso, Alba, Miranda, Gruas, Gargallo y Bellostas partieron con Ricol, quedándose en varios sitios para acompañarle en su regreso. Los primeros kilómetros los cubrió con facilidad, pero no tenía que reservarse para cumplir su objetivo, hacer la ida y vuelta a Huesca sin bajar del sillín. En tres horas recorrió 64 kilómetros, pero poco después se levantó viento de cara que estuvo a punto de desesperar a Ricol en alguna de las cuestas.

    En estos momentos de pesimismo, perdiendo tiempo para no fracasar en su propósito, se encontró con la joven esperanza del ciclismo oscense, Juanito Dessy, que con su pesada máquina recorrió 60 kilómetros. A 14 kilómetros de Huesca les esperaba Campaña, que luego les acompañó en un largo tramo de regreso.

    Al llegar Ricol a Huesca, mientras daba la vuelta por la plaza de Santo Domingo para emprender el regreso, pudo ver, entre otros, a Mateu (célebre conserje del «Club Velocipedista Oscense» y a Eloy Pá, y en la carretera, desde Angüés, a Portolés, Rasal, Ezquerra, Beltrán, Vidal y algunos más.

    Al parecer, el joven Gargallo hizo el mismo récord que Ricol, aunque, como señalaba Eloy Pá, “sin pretensiones de enmendarle la plana”. Realmente, sólo podía apreciar el mérito de aquella carrera quien hubiera recorrido el estado de la carretera, sembrada de baches y alternada con rompedoras cuestas.

Polémica por el récord de Ricol

    Los records conseguidos por Ricol fueron homologados por la “Sociedad de Velocipedistas de Madrid”, circunstancia que aprovechó el navarro Antonio Sanromá para criticarlo, ya “que no estando constituida la Unión Velocipédica Española, no hay ninguna Sociedad que tenga más autorización que las demás”.

    Sanromá también se permitió opinar sobre el reciente récord de los 100 Km. de Ricol: “Debo advertir al señor Ricol que si quería que su récord de 100 kilómetros fuera difícilmente batido, podría haber escogido mejor carretera que la de Huesca a Barbastro. Sería una temeridad pretender batir de cincuenta minutos sobre el mismo terreno el récord de un recordman tan ventajosamente conocido como el señor Ricol” (2). Y, finalmente, Sanromá decía que estaba dispuesto a batir el récord del señor Ricol, en el mismo terreno que lo estableció o en el de Sanromá (paseo de carruajes del Parque). El ofrecimiento lo hacía extensivo a cualquier otro ciclista de Barbastro.

    Toda la polémica surgió por los artículos publicados en el periódico La Bicicleta, de Pamplona, firmados por “Veloz de Carrera” y de los que nada tenía que ver Ricol. Sin embargo, Manuel Ricol no tardó en contestarle, replicándole a sus advertencias y, puesto que se trataba de demostrar si el Parque era carretera española, le propuso que fuera a la carretera de Barbastro a Huesca para hacer los 100 Km., concediéndole los velocipedistas barbastrenses treinta minutos y un premio. Ricol no obtuvo respuesta. 

CITAS BIBLIOGRÁFICAS

(1) Eloy Pá: en El Ciclista, nº 31, Barcelona, 15 de junio de 1893.(2) Antonio Sanromá: en El Ciclista, nº 33, Barcelona, 15 de julio de 1893.    

Tabla del récord de Ricol: 100 Km. en carretera sin desmontar

(11 de junio de 1893)

                                  Hora Meridiano                    Distancias Kms.               Tiempo

Salida de Barbastro                   2,30                       

Salida de Lascellas                    3,15                                     20                             0,45

Salida de Angüés                       3’43                                    27                             1,13

Salida de Velillas                      3,55                                      31                             1,25

Salida de Siétamo                     4,21                                     39                             1,51

Salida de Huesca                       4,48                                     50                             2,18

Regreso de Siétamo                  5,23                                     61                             2,53

Regreso de Angüés                   6,04                                      73                             3,34

Regreso de Barbastro                7,40                                     100                           5,10

El velocipedismo altoaragonés a finales del siglo XIX

El velocipedismo altoaragonés a finales del siglo XIX

Portada del nº 20 de la revista “El Ciclista”, año 1893

DEPORTES Y JUEGOS TRADICIONALES

Publicado en “Domingo”, suplemento del Diario del Altoaragón, Domingo, 6 de junio de 1999

Por José Antonio ADELL CASTÁN y Celedonio GARCÍA RODRÍGUEZ

    Las crónicas velocipedistas de esta época nos muestran la “fiebre” de los entusiastas por las modernas máquinas, formando verdaderas camarillas de devotos.

    La relación entre los ciclistas altoaragoneses era amistosa; los únicos clubes velocipedistas de aquella época, el de Barbastro y el de Huesca, colaboraban entre sí para establecer records, organizar carreras y también participaban en excursiones conjuntas. Estas últimas actividades, en las que reinaba la galantería y la caballerosidad, eran evidentes manifestaciones de “culto” al velocipedismo.

El velocipedismo en Barbastro

    Tras el obligado descanso invernal, y después de haber ocupado el tiempo dedicado a la caza, los ciclistas del Somontano iniciaban la temporada velocipedista anunciando records, ambiciosas excursiones y otras actividades.

    Todas estas noticias, en 1893, ocultaban una realidad poco prometedora para el «Club de Velocipedistas de Barbastro»; los socios no velocipedistas comenzaban a predominar sobre los aficionados al pedal, circunstancia que provocó el quebranto de la Sociedad.

    En abril de 1893 se daba la triste noticia: “El Club de Velocipedistas de Barbastro, después de arrastrar algunos meses una vida lánguida, ha muerto de anemia; es decir, se ha disuelto”.

    En El Ciclista se evocaban páginas de gloria, hasta aproximarse a la penosa realidad, y concluía con una celebre frase lapidaria:

    “Faltábanle las energía y el entusiasmo del veterano de la velocipedia española, que a la fuerza de trabajo ímprobo y una perseverancia a toda prueba, llegó a constituir allí un grupo de ciclistas que contagiados de la imponderable afición del maestro, retaron a la España entera para un récord que entonces sólo en la semi locura sportiva de aquellos atrevidos con Ricol a la cabeza, podían llevar a cabo, dando días de gloria a nuestra terreta y al velocipedismo español.

    Hay que desengañarse en todo lo que sea velocipedismo; Barbastro, sin Ricol, no puede tener vida; y decimos esto, que es sin duda la opinión de todos, porque quisiéramos ver levantarse nuestra Sociedad basada en la experiencia del pasado, que estuviera a la fama tan legítimamente adquirida.

    Los velocipedistas de Barbastro deben exclamar, parodiando a los antiguos cortesanos: «¡El Club ha muerto! ¡Viva el Club!»” (1).

    Pero Barbastro no podía quedarse sin un club que aglutinara a los aficionados al pedal. Una vez más, Manuel Ricol se convertiría en el adalid de los ciclistas, encabezando en noviembre de 1893 la constitución de una sociedad de velocipedistas, el “Cicle Club Barbastrense”, en los locales que anteriormente ocupaba su relojería.

Excursión a Sariñena

    Mientras tanto, los velocipedistas de Barbastro mantenían viva su afición preferida y cualquier motivo era bueno para practicar con la bicicleta.

    En El Ciclista (2) del 16 de abril de 1893, Ricol narraba una curiosa “excursión a Sariñena”. Todo surgió por la decisión de Ramis (padre e hijo) y de Gruas que, por negocios, debían ir a Sariñena el 24 de marzo, donde se celebraba la feria.

    Los tres contaron a Ricol que habían acordado realizar el viaje en bicicleta. Para acortar el recorrido, decidieron llegar hasta Lascellas y cruzar todo lo más derecho posible por los caminos, para salir a la Venta de Ballerías. Ricol les pidió que cuando llegasen le escribieran dos líneas contándole cómo había transcurrido del viaje.

    Al día siguiente Ricol recibía una carta de Gruas, en la que le decía lo siguiente: “El camino podía estar peor; nos hemos perdido y dado un buen rodeo, pero las máquinas han resistido”.

    Con estas noticias tan incompletas, Ricol decidió hacer el viaje de ida y vuelta a Sariñena en el día. Se lo comunicó a sus amigos Gargallo, Llebot y Palacián, que también quisieron acompañarle.

    Así lo hicieron, y el domingo, a las cinco y media de la mañana partieron por la carretera de Huesca, hasta el Km. 16, poniendo sus máquinas a prueba hasta Lacuadrada, donde hicieron un alto (allí, ante ruegos, Ricol, relojero de profesión, tuvo que arreglar un reloj). Con grandes suspiros por volver nuevamente a la carretera, llegaron a la Venta de Ballerías, y unos minutos antes de las diez a Sariñena; allí estrechaban las manos de sus amigos, sorprendidos de su llegada.

    Todavía recorrieron la población y sus inmediaciones, viendo una bonita carretera con dirección a Castejón de Monegros, que todavía no estaba finalizada.

    A la una y veinte minutos iniciaron el camino de regreso; en Lacuadrada hicieron parada y fonda; en Peraltilla se encontraron con Miranda y otros compañeros, y aún se reunieron con otros amigos en la casilla del Pueyo. Todos juntos llegaron a Barbastro, todavía con sol en la campiña.

    Ramis (hijo) hizo el mismo recorrido en biciclo, aunque con descanso de tres días entre la ida y la vuelta.

Reunión de oscenses y barbastrenses

    El 9 de agosto de 1893 Eloy Pá (3) describía el desarrollo de una concentración de velocipedistas oscenses, barbastrenses y de localidades próximas celebrada el 23 de julio, a la localidad de Angüés.    La “aventura” comenzó para el narrador en Siétamo, donde le esperaban varios amigos oscenses, entre ellos, Campaña, Berned, Gascón y Dessy, y barbastrenses, encabezados por su admirado Ricol, dirigiéndose a continuación a la vecina localidad de Angüés.

    Pá relataba la llegada a Angüés: “las gentes agolpábanse a nuestra llegada a las puertas y balcones, demostración palpable de las simpatías que tiene nuestro sport”. En el café fueron obsequiados con pastas, vinos, licores y cigarros, mientras esperaban otros velocipedistas.

    Los 35 o 40 ciclistas reunidos marcharon con sus máquinas al Alcanadre, junto al largo puente sostenido con potentes maromas de alambre. Ricol, Palacián, Ubarro Campaña y otros aprovecharon para zambullirse en las aguas del río.

    De regreso a Angüés, el medio centenar de ciclistas ocupó los tres salones de la venta que les servía de hospedaje. La mesa principal estaba presidida por Manuel Ricol, dado su carácter de invitante. Tras la comida y los discursos, en los que se destacó el entusiasmo por el velocipedismo y se ensalzaron las ventajas que ofrecía su práctica, desconocidas entre sus más sistemáticos detractores, los comensales abandonaron los salones para ver los alardes de fuerza que hacía Portolés tirando la barra.

    El canto de la jota puso fin a la diversión, cuando la saeta del reloj anunciaba el momento de la despedida.

Los velocipedistas aragoneses vistos por Claudio Rialp

    Claudio Rialp, director de El Ciclista, realizó un viaje por varias regiones de España en las que el “sport” ciclista había cuajado con fuerza. Rialp llegó a Selgua, donde le esperaba Manuel Ricol, a quien calificaba de “propagador ferviente del ciclismo en la región aragonesa”; también se hallaba allí el propietario de la fonda de la Perla de Barbastro, otro ciclista convencido.

    El «Club Velocipedista de Barbastro» poseía dependencias muy bien decoradas. En honor del huésped, el «Club» organizó una excursión a la ermita del Pueyo, asistiendo entre 18 y 20 aficionados: Ricol, Bellostas, Gruas, Peropadre, Palacián, Lleot, Mateo, Ester, Ramiz (padre e hijo), Miranda, Cidraque, Albero, Ezquerra, Reñé, Beso, Gargallo y otros. Al mismo lugar acudieron, desde Lascellas, Coll, Azara y Benabarre.

    Rialp valoraba la afición de los barbastrenses y su fortaleza. Las carreteras por las que podían practicar su deporte favorito eran escasas: la de Graus, la de Huesca y la que conducía a Monzón que estaba en construcción y nunca acababa de terminarse.

    Tras su estancia en Barbastro partió hacia Huesca en coche de caballos, acompañado durante una parte del recorrido por Ricol y por Ester. En Lascellas le esperaban los cuatro velocipedistas locales, los tres que habían acudido el día anterior a la excursión de la ermita del Pueyo y Pedro Subías.

    La accidentada carretera, de continuas cuestas y bajadas, hacía pensar a Rialp que era la menos apropiada para establecer los records de 50 y 100 kilómetros, tantas veces conseguidos por Ricol y Campaña.

    En Siétamo paró la diligencia en la que viajaba Claudio Rialp, siendo acompañado a una posada en la que le esperaba Gregorio Campaña y Mauricio Berned, secretario del «Club Velocipedista Oscense», con una bicicleta Humber, para que la entrada a Huesca la hiciera en bicicleta. A 4 Km. de la capital les esperaban Eloy Pá, Blecua, Bescós, Gascón y Dessy. Después de tomar unos vasitos de dulcete (vino) se dirigieron al «Club Velocipedista Oscense» situado en el Coso.

    El local de la Sociedad tenía con una gran sala con 50 ó 60 máquinas de todos los sistemas y un gimnasio con diversidad de aparatos. En el local también había salón para café y billar, y otros espacios para vestirse, lavabo y cocina.

    De allí partió hacia Zaragoza, ciudad en la que después de haber existido el club más espléndidamente instalado de España, el movimiento velocipedista prácticamente había desaparecido a comienzos de la década de los años noventa. Ya no existía el club y los pocos velocipedistas que todavía no habían vendido su máquina, apenas hacían uso de ella y hasta parecía que les avergonzaba que les tuvieran como tales. 

CITAS BIBLIOGRÁFICAS

(1) En El Ciclista, nº 29, Barcelona, 15 de mayo de 1893.

(2) M. RICOL: “Excursión a Sariñena y regreso (Más de 100 kilómetros)”, en El Ciclista, nº 27, Barcelona, 16 de abril de 1893.

(3) Eloy Pá: “Desde Huesca”, en El Ciclista, nº 35, Barcelona, 15 de agosto de 1893.

(4) Claudio Rialp: El Ciclista, del 16 de marzo de 1893.

Santiago Ramón y Cajal y el ejercicio físico: Pensamiento

Santiago Ramón y Cajal y el ejercicio físico: Pensamiento

Santiago Ramón y Cajal

 DEPORTES Y JUEGOS TRADICIONALES

Publicado en “Cuadernos Altoaragoneses” del Diario del Altoaragón. Domingo, 30 de junio de 1996

Por José Antonio ADELL CASTÁN y Celedonio GARCÍA RODRÍGUEZ

    En las reflexiones sobre su "manía" gimnástica, ya en la madurez, Ramón y Cajal reconocía que estuvo a punto de ser víctima irremediable del embrutecimiento atlético, y que, por fortuna, con las enfermedades adquiridas más tarde en Cuba, eliminando sobrantes musculares, tuvo una apreciación más noble y cuerda del valor de la fuerza.

    "El prurito de lucir el esfuerzo de mi brazo me arrastró más de una vez, contra mi temperamento nativamente bonachón, a parecer camorrista y hasta agresivo".

Enseñanzas de su afición a la gimnasia

    De aquella época de exagerado culto al bíceps, Cajal sacó dos enseñanzas provechosas (1):

     "Es la primera la persuasión de que el excesivo desarrollo muscular conduce casi indefectiblemente a la insolencia (violencia) y al matonismo. Hace falta ser un ángel para enfrentar de continuo fibras musculares hipertróficas y ociosas, ávidas, digámoslo así, de empleo y justificación. Y como no es cosa de servirse de ellas cargando fardos, se experimenta singular inclinación en utilizarlas sobre las espaldas del prójimo. Con las energías corporales ocurre lo que con los ejércitos permanentes: la nación que ha forjado el mejor instrumento guerrero acaba siempre por ensayarlo sobre las naciones más débiles o harto descuidadas.

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Santiago Ramón y Cajal y el ejercicio físico: Edad Adulta

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Cajal, a los 18 años, en pose atlética

  DEPORTES Y JUEGOS TRADICIONALES

Publicado en “Cuadernos Altoaragoneses” del Diario del Altoaragón. Domingo, 23 de junio de 1996

Por José Antonio ADELL CASTÁN y Celedonio GARCÍA RODRÍGUEZ      

    Con el desarrollo muscular adquirido con su enorme fuerza de voluntad, Cajal pronto sustituyó su bastón por una formidable barra de hierro (pesaba 16 libras). Él mismo confesaba que: "vivía orgulloso y hasta insolente con mi ruda arquitectura de faquín, y ardía en deseos de probar mis puños en cualquiera" (1).

Lance por la Venus de Milo

    En varias ocasiones dio a conocer una aventura típica que, en su opinión, "retrata bien, aparte de los efectos mentales de mi manía acrobática y pugilista, el estado de espíritu de aquella generación candorosamente romántica y quijotesca".

    Se refiere al pugilato que sostuvo en los sotos del Huerva con un estudiante de ingeniero, disputándose a puñetazo limpio el amor de una linda damita conocida por la Venus de Milo, que vivía en la calle de Cinco de Marzo y que al fin murió soltera (2).

     En principio el lance concertado era a "estacazo limpio", pero en vista de la desigualdad de los garrotes, convinieron en acometerse a "puñetazo limpio", considerándose vencido el primero que fuera derribado.

     Cajal narraba de esta manera el duelo: "Era una especie de lucha grecorromana, según se estila ahora, aunque sin tantos requilorios. Nos cuadramos, y acordándome yo, sin duda, de los ingleses al comenzar la batalla de Fontenoy, exclamé: «Pegad primero, caballero M.».

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Santiago Ramón y Cajal y el ejercicio físico: Juventud

Santiago Ramón y Cajal y el ejercicio físico: Juventud

Cajal en pose atlética

  DEPORTES Y JUEGOS TRADICIONALES

 Publicado en “Cuadernos Altoaragoneses” del Diario del Altoaragón. Domingo, 16 de junio de 1996

Por José Antonio ADELL CASTÁN y Celedonio GARCÍA RODRÍGUEZ

    A principios del año 1864, sin haber cumplido todavía los doce años, Santiago Ramón y Cajal fue matriculado en el Instituto de Huesca. Nada más llegar, el sentimentalismo soñador, el carácter altivo y la intolerancia contra las humillaciones del "carne de cabra" (o "carnicraba", apodo burlesco que se da a los ayerbenses con el que le mortificaron nada más llegar al Instituto), le llevó a enfrentarse con los "gallitos" de los últimos cursos.

    Uno de los que más maltrataron a Santiago fue un tal Azcón, natural de Alcalá de Gállego. Era un vigoroso joven de dieciocho o diecinueve años que había endurecido sus músculos con el arado y la azada. Los matones eran muchos y Santiago había entrado con mal pie al Instituto, así que la única manera de que fueran aliados suyos era triunfar con Azcón. La tarea no era nada fácil.

Efectos tónicos de la gimnasia

    Ramón y Cajal conocía bien los efectos tónicos de la gimnasia y del trabajo forzado. En la autobiografía que nos sirve de guía para este artículo (1), nos dice que "había observado cuánta ventaja llevan siempre en las riñas, pedreas, saltos y carreras los muchachos recios y trigueños recién llegados de la aldea y acostumbrados al peso de la azada, a los señoritos altos y pálidos, de tórax angosto, zancas largas y delgadas, criados en las abrigadas calles de la ciudad y al suave calor del halda maternal".

     "La gimnasia y el amor propio exasperado hicieron milagros", según pudo comprobar Cajal, después de seguir el método de entrenamiento que nos describe: "Resolví entregarme sistemáticamente a los ejercicios físicos, a cuyo fin me pasaba solitario horas y horas, en los sotos y arboledas del Isuela, ocupado en trepar a los árboles, saltar acequias, levantar a pulso pesados guijarros, ejecutando, en fin, cuantos actos creía conducentes a acelerar mi desarrollo muscular, elevándolo al vigor máximo compatible con mis pocos años".

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Santiago Ramón y Cajal y el ejercicio físico: Infancia

Santiago Ramón y Cajal y el ejercicio físico: Infancia

Ayerbe, lugar donde pasó su infancia Santiago Ramón y Cajal

 DEPORTES Y JUEGOS TRADICIONALES

Publicado en “Cuadernos Altoaragoneses” del Diario del Altoaragón, Domingo, 9 de junio de 1996

Por José Antonio ADELL CASTÁN y Celedonio GARCÍA RODRÍGUEZ

    Durante toda su vida don Santiago Ramón y Cajal, nacido el 1 de mayo de 1852, tuvo gran afición a la gimnasia y al deporte. Su padre ya fue un consumado andarín, aunque su práctica fuera muchas veces efecto de la necesidad. Don Justo Ramón Casasús, padre de Santiago, a los veintidós años realizó a pie, por ahorrarse unas pesetas, el recorrido desde Javierrelatre hasta Barcelona (1).

    También tuvo que recorrer a diario los montes del término de Peraltilla siendo médico de esta población; era de los que llamaban de espuela. Las caminatas y la abundante y variada caza que encontraba a su paso, despertó en el padre de Santiago las aficiones cinegéticas.

    A su abuelo paterno tampoco le faltaron cualidades, como podemos apreciar en la descripción que de él hizo Ramón y Cajal: "un montañés rubio, casi gigante (...), admirable por su agilidad y su fuerza".

     La fuente que nos aporta mayor información sobre la actividad física de Santiago Ramón y Cajal es una autobiografía de su infancia y juventud (2); en esta obra nos cuenta que su verdadero maestro, en los primeros años de educación e instrucción, fue su padre; en él veía Santiago a un "fabricante de cerebros originales", resultado de lo que entendía como el gran triunfo del pedagogo.

    Su padre ejercitaba la placentera función del docente; esa natural vocación a la enseñanza la explicaba con las siguientes palabras: "Hay, realmente, en la función docente algo de la satisfacción altiva del domador de potros; pero entra también la grata curiosidad del jardinero, que espera ansioso la primavera para reconocer el matiz de la flor sembrada y comprobar la bondad de los métodos de cultivo".

Juegos de la niñez en Ayerbe

    Los conocimientos precoces que adquirió con su padre le servirían para sobresalir en las diversiones de su infancia, transcurrida en Ayerbe, "tomando parte en los juegos colectivos, en las carreras y luchas de cuadrilla a cuadrilla y en toda clase de maleantes entretenimientos con los que los chicos de pueblo suelen solemnizar las horas de asueto".

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Versos y coplas en los deportes y juegos tradicionales

Versos y coplas en los deportes y juegos tradicionales

Bolos de Used (Foto: C. García)

   

  Publicado en el "Especial San Lorenzo" del Diario del Altoaragón. Martes, 10 de agosto de 1999

 José Antonio  ADELL CASTÁN y Celedonio GARCÍA RODRÍGUEZ

 

       En una emisora de radio de audiencia nacional podemos escuchar un gracioso resumen dominical de la jornada futbolística en verso, recitado por un popular comentarista deportivo.

     La idea no es nueva, a finales del siglo pasado y en los primeros años de este siglo las páginas de los periódicos solían recoger en la popular “copla del día” los acontecimientos más destacados del día a día; versos compuestos por conocidos poetas, como Marín Carbonell o Fernando Soteras (el popular “Mefisto”), en los que los incipientes deportes fueron, igualmente, fuente de inspiración y tema de actualidad.

     Marín Carbonell, prestigioso poeta y escritor zaragozano del romanticismo tardío, cantó "La derrota de Bargossi" frente a Mariano Bielsa, “Chistavín de Berbegal” en una de sus colaboraciones de actualidad en el diario La Derecha (27 10 1882): 

 “¡Oh carrerista de triunfal carrera!¡

Mala la hubiste en la ciudad del Ebro!

 Aunque ganen los pies, y no el cerebro,

 La derrota es mayor que otra cualquiera.

 No es menester adulación rastrera,

 No vil lisonja, no falaz requiebro

 Y al indomable Chistavín celebro

 Con pobre frase y gratitud sincera.

 ¿Quién venció?... Los estómagos decían:

 ¿Cómo no acepta un andarín temible

 cuando a cenar de gorra le convidan?

 ¿Vencer a Chistavín... ¡Un imposible!

 Vencedor de Bargossi le apellidan:

 Como siempre, Aragón es invencible”.

      Bielsa, al finalizar su carrera, recibió una entusiasta ovación de toda la concurrencia que le proclamaba “El vencedor de Bargossi”, según aparece el en el Diario de Zaragoza, que concluía la noticia con la siguiente poesía: 

 “¡ Bien, Mariano! ¡ Echa esa mano!,

 pues venciste al italiano y le diste revolcón,

 por ti, que eres mi paisano gritó así:

 ¡¡¡Viva Aragón!!!”. 

 Juegos infantiles

      En el siglo pasado ya se hicieron muy populares entre los niños los denominados “aleluyas” o “aucas”, pliegos de imágenes narrativas con pie en pareado, uno de cuyos géneros eran los juegos, con los que los niños se iniciaban en la literatura popular.

     Sin embargo, la más amplia y variada literatura versátil la encontramos en numerosos juegos infantiles (para echar a suertes, de comba, de goma, de corro, de palmas...):

“Al pasar la barca

 me dijo el barquero,

 las niñas bonitas

 no pagan dinero;

 yo no soy bonita,

 ni lo quiero ser.

 ¡Arriba la barca!,

 una, dos y tres”.

      Para Santa Catalina o San Nicolás, dos fiestas muy celebradas por los niños y niñas, después de la misa, éstos paseaban un gallo por las calles colgado al extremo de un palo y cantando, según recogió Miguel Arnaudas en Montalbán, la siguiente cancioncilla: 

 “Santa Catalina mata la gallina.

 San Nicolás, el gallo matarás.

 Ruego, ruego, cebollino,

 a este gallo que es mezquino

 y murió sin confesión”.

      Al terminar el canto daban vivas a la santa y cuando se cansaban de pasear y vociferar, cavaban un hoyo en el suelo, enterrando vivo al gallo y dejando fuera la cabeza. Los niños se vendaban los ojos y empezaban todos a repartir sablazos, con unos sables de madera, hacia el sitio donde creían que se hallaba la cabeza, hasta matar al animal; cuando lo conseguían se lo regalaban al maestro.

 Juegos tradicionales

     La fiesta, el folklore y los juegos tradicionales siempre han estado relacionados en la sociedad tradicional aragonesa, perpetuadora de sus costumbres.

     Numerosas coplas extendidas por toda nuestra geografía aluden al tema de los juegos: 

 “El mozo para ser buen mozo,

 ha de tirar a la barra,

 ha de beber buen vino

 y ha de comer carne asada”.

  

 “Un aragonés y un navarro

 echaron a correr

 el uno llegó primero

 y el otro llegó después”.

  

 “Corre, corre, baturrico,

 corre que te va a ganar;

 que no se diga, se diga,

 que tú has “quedau” atrás”.

  

 “En el juego de pelota,

 Almudévar los primeros,

 Alcalá a muchas leguas,

 Tardienta sólo terceros”.

  

 “Vinos tiene Cariñena,

 cerámicas las de Muel.

 Y tiradores de bola

 en la Almunia o Alfamén”.

      En Ayerbe se disputaban corridas en ambas plazas, Alta y Baja, en días alternativos, englobando las pedestres, de entalegados o de sacos y de burros con albarda suelta. Luis Pérez las recuerda en una de sus poesías:

 “Dimpués, pa de tardes,

 corridas bariadas

 de mozos, de críos,

 de xente ensacada,

 y luego en zagueras

 burros con labarda,

 con a cincha floxa

 y sin cabezana”(1).

  El tiro de barra

      Sanz Romo escribía a finales del siglo pasado lo siguiente: “Así como la jota es resumen y compendio de la música popular en España, del mismo modo en los juegos deportivos es el tiro de barra el que genuinamente representa, o representaba, nuestros deportes populares” (2).

     Sin duda, el tiro de barra y el juego de pelota formaron parte del paisaje rural aragonés hasta hace poco años. Algunos tiradores de barra adquirieron fama, como Beturián Añaños, apodado “Sastre Grande”, de Pueyo de Fañanás.

     Beturián era un personaje agresivo. Hacía retirar a los rondadores con solo su presencia. Una noche mató al padre de dos rondadores, pagando su delito en la prisión de Zaragoza. En la cárcel apostó a tirar la barra con un oficial del ejército, que llevaba grabado a las costillas: 

 “Invencible tirando a la barra

 por todo lo de comer en una semana”.

      Un Añaños pudiente de Zaragoza le sacó de la cárcel para efectuar el reto. El de Pueyo puso el cachirulo de raya. La prueba era a tres tiros. Primero tiró el militar y después él. Venció “Sastre Grande” y su tiro quedó marcado durante mucho tiempo en Zaragoza. Añaños, recordando sus tiempos de rondador, compuso la siguiente copla: 

 “Por los brazos de mi madre,

 y la Virgen del Pilar,

 pido al pueblo de Zaragoza

 que me de la libertad” (3).

      Muchas coplas recogidas en nuestro folklore hacen referencia al lanzamiento de barra. Citaremos algunas de las que recopiló Luis Gracia Vicién:

 “Los mozos de Zaragoza

 saben tirar el barrón

 y lanzar la bola fuerte

 de La Almunia hasta el Jalón”.

  

 “En las canteras de Ricla

 no hacen falta barrenos

 los mozos tirando barra

 levantan bloques enteros”.

  

 “De la villa de Lanaja,

 t’as llebau la mejor flor,

 por güen tirador de barra,

 pilotero y rondador”.

  

 “El mozo para ser buen mozo

 ha de tirar a la barra,

 ha de beber vino tinto

 y ha de comer carne asada”.

  

 “El buen mozo de Antillón

 sabe tirar a la barra,

 beber tinto en porrón

 y rondar de madrugada”.

“En Borja también se tira

la bola, barra y barrón.

No vayas a la Ribera

para ver un campeón”.

“Para tirar a la barra

hay que ser de Aragón,

llevar nobleza en la sangre

y fuego en el corazón” (4).

     Víctor Azagra también recopiló varias coplas que hacen referencia al tiro de barra en la ciudad de Tarazona: 

“En Tarazona se visten,

camisa blanca y calzón,

alpargaticas abiertas

pa tirar al barrón”.

“Sube corriendo hasta El Cinto

qu’están tirando a la barra

y el que pierda pagará

en la taberna del «Tarra»”.

“Presumes de ser hombre fuerte

cuando tiras a la barra,

y sudas como mujer

en cuanto ves una ajada”.

“Entre el «Peleche» y el «Pulpo»

en la «Posada el Rincón»,

desafiaron al «Puche»

a tirar con el barrón” (5).

El juego de pelota

    La pelota fue acrecentando ciertas rivalidades entre poblaciones vecinas que aprovechaban los partidos, cuando aún no estaba en auge el fútbol, para humillar al pueblo rival. Algunas coplas hacen hincapié en estas rivalidades: 

“Los pelagallos de Tierz

fueron a rondar al torno;

salieron los de Quicena

‘pa’ sacudirles el polvo”.

“Los piloteros de Tierz

no tienen rival a mano,

cuando juegan en Quicena

los domingos p’al verano”.

“En el juego de pilota

Almudévar los primeros,

Alcalá a muchas leguas,

y Tardienta los terceros”.

“En los concursos de soga,

de la barra y pilota,

los saputos de Almudévar

siempre sacan güena nota”.

Juego de bolos

    También el folklore popular ha recogido diferentes coplas relacionadas con los juegos de bolos: 

“Cinco birlos has tirau

y te llevas otro al baile

te lo pones en güen sitio

y bailarás más que naide”. (Alto Mijares)

“Qué bien que tiran los bolos

las mozas de Monreal

y hasta el mismo ‘rey’ abaten

si la apuesta es un real”. (Monreal del Campo)

“Como no iba a la escuela

y no sabían contar

llegaban a veinticinco

y volvían a empezar”. (Used)

“En este pueblo de Used

ya se jugaba a los bolos,

lo jugaban nuestros padres,

tíos y abuelos”. (Used) 

Los deportes modernos

    Con el nuevo siglo fueron apareciendo los deportes modernos y, en algunos casos, determinadas actividades agrícolas se convertían en concursos (arrastre de cargas, arar, poda, injerto, etcétera). “Mefisto”, en las páginas del Heraldo de Aragón, recogió con su peculiar estilo veleidoso los cambios y las nuevas modas deportivas que se iban implantando en las principales ciudades aragonesas.

    Como acto previo a las fiestas del Pilar de Zaragoza de 1920 se celebró un “concurso de tractores”; “Mefisto” en sus “Coplas del día” reflejaba los cambios del progreso en las faenas del campo: 

“Yo he visto en el monte de Valdespartera

dos bueyes tirando de una vertedera:

dos bueyes cansados de tanto labrar

que... es una faena más que regular.

De los dos, el joven  miró con recelo

las veloces máquinas que surcan el suelo...

Viendo los tractores sintió gran afrenta

y quiso embestirles con su cornamenta (...)”.

     Los velocípedos, con la bicicleta como principal artilugio, fueron inundando las calles de las poblaciones, según observamos en esta otra copla de “Mefisto” sobre la “Velocipedomanía” (13-7-1916): 

“Sobre la asfaltada vía

de la invicta capital,

observarás cada día

como cunde la manía

o locura del pedal

No precisa ser rentista

quien cultiva tal “sport”;

que hoy cualquiera es un ciclista

y puede tomar por pista

hasta la calle mayor.

Por donde quiera que puedas

discurrir, tranquilo vas,

y de pronto ¡zas! te enredas

con un tío y con dos ruedas

por delante y por detrás” (...).

     El fútbol también arraigó con rapidez, ocasionando problemas similares a los viandantes; “Mefisto” así lo veía en la copla titulada “La manía del fútbol” (28-6-1922): 

“De tal modo en los muchachos

va arraigando la afición,

que resulta peligroso

recorrer la población,

pues caminas por el Coso

tan contento y tan feliz

y de pronto ¡zas! un bulto

te extraplana la nariz (...).

Incidentes callejeros

cada diez minutos ves,

por pelotas que te enfilan

a boleo o de revés:

Es stadium toda calle;

equipier todo chiclán,

y es el gol... el transeúnte

por los gol-pes que le dan.

-Ve con ojo, ciudadano:

Ponte casco o cosa así,

que el fútbol es la manía

que está en boga por aquí,

y si un golpe de pelota

te dirigen al frontal,

o te cuesta otro cañizo

o te cuesta un funeral.

     La entrada de los deportes modernos y su pujanza llevó al anónimo poeta de los siguientes versos, bajo el título de “Entre `goles´ y `penaltys´”, a plantearse el cambio que se producía en asuntos deportivos, perdiéndose todo el casticismo: 

“¡Oh, pueblo de la Jota,

que jugaste a la barra y la pelota!

Yo veo con dolor,

ante el caso de insólito snobismo

que en cuestiones de sport

estás perdiendo todo el casticismo.

Olvidaste la barra de buen peso

y el trinquete del muro de la plaza

y, con loco embeleso

hacia el juego pujaste de otra raza,

vertiste al español

los modismos del tennis y el fútbol.

¡Oh, pueblo de la Jota,

que jugaste a la barra y la pelota!

Desprecias los deportes de tu tierra;

adoptas figurines de Inglaterra;

abandonas la faja y el calzón

por tirar de raqueta y de balón

e influido por un extraño hechizo

se pierde tu carácter más castizo.

Hoy cualquiera que va a entrecavar coles

nos habla de penaltys y de goles,

y hay baturro de pega

que le llaman equipier a aquel que juega

---------------------------------------- 

¡Oh, pueblo de la Jota,

que jugaste a la barra y a la pelota!

Tu carácter y el temple de Aragón

fallecieron a golpe de balón:

Son deportes que en una tarde inglesa

y de cielo plomizose colaron en tierra aragonesa

y acabaron con todo lo castizo” (6). 

CITAS BIBLIOGRÁFICAS:

(1) PÉREZ GELLA, L.: “Setiembre, otra añada que s’en ba” (1980) en Replega de textos en aragonés dialectal de o sieglo XX. D.G.A., Zaragoza, 1987, p. 66.

(2) SANZ ROMO, M.: Cultura física. Manuales Germán, Madrid, sin año de edición, p. 74.

(3) Información oral de Mariano Ayerbe, M. Cerigüel y Javier López.

(4) GRACIA VICIÉN, L., Juegos aragoneses. Historia y tradiciones. Mira Editores-D.G.A., Zaragoza, 1991,  p. 275 y ss.

(5) AZAGRA MURILLO, V.: “El tiro de barra aragonesa en la ciudad de Tarazona”, monográfico sin editar localizado en la biblioteca del Centro de Estudios Turiasonenses.

(6) “Entre goles y penaltys”, en Heraldo de Aragón, 19 de octubre de 1922.

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75 Aniversario de la Federación Aragonesa de Atletismo

75 Aniversario de la Federación Aragonesa de Atletismo

Selección Aragonesa de Cross en el Campeonato de España de Cross de 1945, celebrado en Lasarte. De izquierda a derecha, Paco Binaburo, Cipriano Romeo, Alberto Murillo, Tomás García, Pedro Sierra, Luis Royo, Rodolfo Antón, Rafael Bielsa y Sender.

DEPORTES Y JUEGOS TRADICIONALES

Publicado en “Cuadernos Altoaragoneses” del Diario del Altoaragón, Domingo, 7 de junio de 1998

Por José Antonio ADELL CASTÁN y Celedonio GARCÍA RODRÍGUEZ

    A finales de mayo se cumple el 75 Aniversario de la creación de la segunda Federación deportiva más antigua de las existentes en Aragón, la Federación Aragonesa de Atletismo. Poco más de un año separa el nacimiento de esta Federación con la pionera Federación Aragonesa de Fútbol.

    Diversos acontecimientos contribuyeron a su fundación: los programas deportivos de la segunda década de este siglo (organización de carreras pedestres en grandes ciudades, festivales deportivos...), los resultados obtenidos por Dionisio Magén en los campeonatos nacionales de cross (que indirectamente influyeron en todos los deportes, incluido el fútbol), y el impulso dado por un puñado de directivos y aficionados a los deportes, creando sociedades deportivas, asociaciones o federaciones de sociedades y por último las federaciones deportivas.

    Los inicios de la Federación de Atletismo no fueron fáciles; hubo cortas etapas de inactividad debido a la escasez de medios económicos, aunque también influyó en su medida la desidia y la falta de directivos. No obstante, la Federación fue superando todos los obstáculos, haciendo historia y aportando lo mejor de sí al Atletismo español.

El origen del atletismo aragonés

    Hasta los primeros años de este siglo el atletismo, propiamente dicho, no existía en Aragón. A finales del siglo pasado comenzaron a surgir las primeras sociedades deportivas (Velocipédica, Gimnástica, Lawn-tennis, Exploradores, Pedal Aragonés, etcétera), colaborando u organizando carreras pedestres aisladas y festivales deportivos, en los que se incluían pruebas atléticas.

    Al margen de estos "sports modernos", existía un "deporte popular" o tradicional que nutrió al incipiente, aportando sus especialidades (tiro de barra, tiro de soga, salto a pies juntos, triple salto aragonés...) y sus elementos, principalmente corredores de resistencia curtidos en las populares corridas de pollos que se disputaban por todo Aragón.

    Del mismo modo que la historia del atletismo moderno se remonta a la Grecia Antigua y a los célebres juegos que se disputaban en Olimpia, la historia del atletismo aragonés debe retrotraerse siglos atrás, puesto que en Aragón ha habido personajes célebres y existen leyendas tan hermosas como la legendaria carrera del soldado Filípides, que dio origen a la prueba de la maratón.

    La carrera a pie más antigua que conocemos se celebró en Monzón el año 1585, con motivo de la visita de Felipe II para celebrar las Cortes del Reino.

    Varias carreras tienen su origen en bellas leyendas. En Aínsa todavía se conserva la "carrera de la cuchara", surgida de una leyenda medieval: los cristianos vencieron a los sarracenos y un soldado corrió a anunciar a la condesa la victoria, ésta se hallaba comiendo y agradecida por el esfuerzo del soldado le entregó su cuchara de plata.

    La "carrera de las peras" de Adahuesca se basa en otra leyenda del siglo XVIII. Las dos últimas pobladoras de la Sierra de Sevil fueron recogidas en Adahuesca. Antes de morir pidieron dos favores y a cambio donarían al pueblo todas sus tierras; en uno pedían que el día de Santa Ana se celebrara el "corre peras": los niños corren por parejas para ganar las peras que previamente han sido bendecidas.  En el siglo pasado se vivieron históricas carreras, como la celebrada en octubre de 1882 en la Plaza de Toros de Zaragoza, donde Mariano Bielsa y Latre, apodado "Chistavín" de Berbegal, vencería al italiano Aquiles Bargossi, considerado el mejor andarín del mundo.

    En 1908 se celebró en Huesca el "Primer Campeonato Provincial de Carreras Pedestres", que, en 1913 pasaría a tener categoría de "Campeonato Regional".

    Otras carreras similares se disputaron en Zaragoza con motivo de las fiestas del Pilar. También se organizaron festivales atléticos como el denominado "Juegos Olímpicos" de Zaragoza en 1914, que fueron creando una nueva conciencia deportiva.

Dionisio Magén, precursor se la Federación

    Durante las zaragozanas fiestas del Pilar de 1919, la recién creada "Federación de Sociedades Deportivas" organizó una carrera pedestre de 5000 m. en la que se inscribieron más de 30 corredores, entre los que se destacaba a dos de Montañana, que, según se decía, "corren de veras".

    Los organizadores obtuvieron un gran éxito y Dionisio Magén, uno de los de Montañana, hizo honor a la fama que le precedía al vencer una de las carreras más importantes de cuantas se habían celebrado en la capital.

    A primeros de marzo de 1920, Goal, desde las páginas de El Noticiero, criticaba que, a pesar del éxito de la carrera del Pilar y de que se constituyera la Federación local de entidades deportivas, ningún aragonés figurase entre los inscritos al "V Cross-country Nacional", que se iba a celebrar el 28 de marzo de 1920 en Bilbao, y proponía que se entrenara a los dos corredores de Montañana para llevarlos a Bilbao.

    La propuesta de Goal se puso en práctica y Dionisio Magén acudió a Bilbao, costeándole el viaje un grupo de entusiastas aficionados. Iba a ser la primera vez que un aragonés participaba en esta prueba.

    Magén tuvo que luchar contra todo tipo de inconvenientes; falto de entrenamiento, corría por primera vez fuera de casa y en pruebas de tanto nivel, pero consiguió el séptimo lugar, compitiendo con las "estrellas" del pedestrismo: Muguerza, Domínguez, Lequerica, Macagera, Peña, Calvet y otros muchos.

    Su triunfo hacía concebir esperanzas para el cross del año siguiente. Goal aprovechaba la ocasión para lanzar nuevas consignas: "La mejor manera de conmemorar el éxito obtenido debe ser levantar el espíritu y constituir inmediatamente el Comité Atlético (...). ¿Es mucho pedir que para el futuro «Cross-country» presentáramos un equipo y luchásemos como una Federación más?".

    En mayo de 1920, durante las Fiestas de Primavera de Zaragoza, se celebró otro "cross-country" en el que volvió a vencer Magén. También se organizaron unos "Juegos Olímpicos" en los que Magén volvió a ser la principal atracción.

    Estos éxitos no evitaron que la Federación de Sociedades deportivas se sumiera en continuos letargos; se aproximaba la fecha del "VI Cross Nacional" y nada se había vuelto a saber de los corredores. Las críticas obligaron a la Federación a organizar un cross una semana antes del Campeonato Nacional. Los tres primeros clasificados representarían a Aragón, completando el equipo Dionisio Magén.

    Por falta de medios económicos se abrió una suscripción para recaudar dinero que cubriera los gastos del viaje a Santander. Los representantes de Aragón fueron: Dionisio Magén, José de la Fuente, Ricardo Oliván y Vicente Sanjuán.

    La clasificación de los corredores aragoneses fue aceptable, aunque Magén y Ayuda, en quienes se habían puesto esperanzas halagüeñas, fueron totalmente desentrenados. Magén llegó en el puesto 21 y Ayuda en el 43.

    A lo largo del año se celebraron varios croses en Zaragoza; también se organizaron carreras pedestres en el descanso de algunos partidos de fútbol. Los resultados del Cross Nacional animaron a las sociedades deportivas. Hasta llegó a plantearse la celebración de un campeonato regional de atletismo.

    Las fiestas de primavera de Zaragoza de 1922 acogieron nuevas pruebas olímpicas y un cross-country, en el que volvió a vencer Dionisio Magén. Otras pruebas similares se celebraron para el Pilar (saltos de altura, con pértiga, triple salto aragonés, carreras de 100 m., de 80 m. con vallas, carrera americana de 1000 m., de 150 m., lanzamiento de disco, peso y barra, tracción de cuerda, campeonato regional de boxeo y cross-country infantil).

Triunfo de Magén y nacimiento de la Federación

    El despertar atlético motivó la creación de la "Unión Atlética Aragonesa", una sección de Atletismo de la "Asociación Aragonesa de Cultura Física", que el 7 de enero de 1923 se disponía a celebrar sus primeras pruebas oficiales, consistentes en dos carreras de 100 y 5000 metros. Podían concurrir todos los atletas que pertenecieran a los clubes que integraban la U.A.A. y las marcas que se obtuvieran serían consideradas como "records" regionales.

    Sin embargo, los principales esfuerzos de la novel U.A.A. se iban a centrar en preparar un equipo que representara a Aragón en el Campeonato Nacional de Cross. Con este fin se celebraron siete croses y el denominado Cross regional de Aragón.

    En el "VIII Cross Nacional" Dionisio Magén volvió a tener una brillante actuación, clasificándose en séptima posición. Pero el resultado no colmó los anhelos de Magén, que lloraba con rabia al ver los puestos que había perdido durante la última parte del recorrido, en la que tuvo que pararse tres veces a causa de dolores agudísimos en el costado, impidiéndole llegar en segundo lugar.

    Los corredores fueron homenajeados en Aragón, disputando varias carreras en los intermedios de los encuentros de fútbol. También hubo carreras de velocidad, saltos y lanzamientos.

    El brillante resultado obtenido por Magén, y la buena clasificación del equipo en los campeonatos nacionales de Cross, contribuyó a que las sociedades deportivas fueran convocadas a junta a finales de mayo de 1923, constituyéndose la Federación Aragonesa de Atletismo, que se afiliaba a la Federación Atlética Nacional.

    El comité directivo lo formaron los siguientes señores: Presidente honorario, don Julio Pérez Larrosa; presidente, Jesús Valdés, de la S.D. Universitaria; secretario, Carlos Aznar, del Iberia S.C.; vicesecretario, Amadeo Rey, del Fuenclara; Tesorero, Antonio Sánchez, del Aragón; contador, Silverio Mauleón, del Águila, y un vocal por cada una de las demás sociedades unidas a esta Federación.

    Los fines que perseguía esta nueva Federación consistían en organizar pruebas y campeonatos, con objeto de que se tomara parte en concursos y pruebas nacionales, continuando la labor que empezaron los corredores en el último "cross country" nacional celebrado en San Sebastián. El comunicado de la Federación que daba a conocer estos fines concluía diciendo: "atletistas de Aragón los hay, quien lo duda; con que a entrenarse y a que sepan en España entera lo que son los atletistas aragoneses".

La reorganización deportiva con el franquismo

La reorganización deportiva con el franquismo

Saludo de rigor antes de la salida en el Campeonato de Aragón de Cross de 1940. Foto Sancho

DEPORTES Y JUEGOS TRADICIONALES

Publicado en el suplemento “Domingo” del Diario del Altoaragón, Domingo, 20 de junio de 1999

Por José Antonio ADELL CASTÁN y Celedonio GARCÍA RODRÍGUEZ

    El Parte Oficial de Guerra del 1 de abril de 1939, firmado por el general Franco en Burgos, decía lo siguiente: “En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos. La guerra ha terminado”.

    A partir de este momento comenzaron a desarrollarse las diferentes actividades de la vida cotidiana, entre ellas el deporte, que cada vez ejercía mayor influencia en la sociedad moderna.

    Durante los tres años de guerra el deporte había desaparecido casi en su totalidad. A mediados de 1938 comenzaron a jugarse algunos partidos de fútbol entre varios equipos militares. En los primeros días de 1939 ya se organizó un Campeonato Regional, con la participación del Zaragoza F.C., Huesca F.C., División 105 (se retiró por incorporarse al frente de Mahón), Aviación, Recuperación de Levante y 80 Compañía. El Aviación Zaragoza se proclamó campeón y el Zaragoza F.C. se clasificó para la Copa del Generalísimo (1).

Volver a empezar

    Muchos deportistas aragoneses dieron su sangre y cayeron en el frente, unos para siempre y otros para apartarse del deporte (Marraco se despeñó entre la nieve de las montañas de Huesca; Prieto era una figura destacada del vuelo sin motor; Valero, defensa del Arenas, murió en la Ciudad Universitaria; Tomás, Ortuzar, Bilbao, Ruiz, Uriarte, Pelayo, Escosa, Primo, etcétera). Entre los atletas, muy recordado fue el menor de los Marqueta, muerto en Barcelona, o Agapito Guillén, el bravo corredor de Terrer, que también fue víctima de aquella absurda y cruel lucha entre hermanos, por citar algunos.

    Pasados los tres trágicos años fratricidas, el deporte comenzó a reorganizarse. En los primeros días de julio de 1939 el fútbol ya estaba en marcha; se anunciaba el comienzo de la nueva temporada. El boxeo, el tenis, la natación..., seguían el mismo ritmo.

    Regresaron los deportistas (entre otros, el boxeador Pepe Martín o Jesús, un conocido pelotari zaragozano que despertaba gran entusiasmo entre los aficionados) y los organizadores, como Chicot, de Helios, que se encargaba de los concursos de natación en el Ebro.

    Las instalaciones deportivas también sufrieron las consecuencias de la guerra. El refugio que habían construido los montañeros en Valmadrid (Zaragoza) quedó destrozado por las necesidades de la vanguardia.

    Inmediatamente la empresa del Frontón Aragonés comenzó su actividad, organizando partidos de pelota con las correspondientes quinielas.

Las instituciones deportivas

    A primeros de mayo de 1939 mantuvieron las primeras reuniones el Comité Olímpico Español y el Consejo Nacional de Deportes, bajo la presidencia del general Moscardó y con asistencia del teniente coronel Villalba, el conde de Vallellano, el barón de Güel don Jacinto Miquelarena y don José Mesalles. En sustitución del capitán García Mayoral, tesorero del comité caído en el frente de Cataluña, se nombró al capitán Gastesi.

    El general Moscardó había realizado un viaje a Berlín para conocer la organización del deporte y de la educación física en aquel país. También había sido invitado el Consejo Nacional de Deportes a visitar Alemania para observar in situ el esfuerzo realizado en favor de las juventudes.

    En las citadas reuniones fueron nombrados los delegados del Comité en los diversos deportes y se estudió la labor de depuración que estos delegados debían realizar.

    También quedaron aprobadas las normas para la reorganización del deporte nacional por medio de las nuevas federaciones, así como para encauzar el periodismo deportivo y de los sistemas que debían regir la educación física española.

    Tres instituciones íntimamente unidas se encargarían de potenciar el deporte y otras actividades culturales, relacionadas con la propaganda política y moral adicta al régimen. Surgieron o se fomentaron el Frente de Juventudes, Educación y Descanso y el S.E.U. (Sindicato Español Universitario), actuando conjunta e independientemente y con las diferentes Federaciones deportivas.

    Con esta estructura se intentaba abarcar a los diferentes sectores de la sociedad: a los jóvenes leales, que combinaban actividades deportivas con la iniciación militar; a los jóvenes universitarios, y a los obreros o personas integradas en el mundo laboral.

    Una ley del 6 de diciembre de 1940 creaba la Delegación Nacional del Frente de Juventudes; tomaba como referencia a las organizaciones juveniles instituidas durante la guerra civil. Entre las misiones que se le atribuían se incluía la educación física y deportiva.

    El S.E.U. era una organización estudiantil de Falange, fundada a finales de 1933; en diciembre de 1940 fue incluida por decreto en el Frente de Juventudes. Una de las actividades fundamentales era la práctica de los deportes.

    Y para aprovechar el tiempo libre de los trabajadores, labor encomendada a la Organización Sindical, en diciembre de 1939 se creó “Alegría Sindical”, que poco después cambiaría su denominación por la Obra Sindical “Educación y Descanso”; uno de los puntos de la Ley de Principios del Movimiento Nacional ratificaba la actuación de la Organización Sindical en este sentido: “El Estado procurará por todos los medios a su alcance perfeccionar la salud física y moral de los españoles y asegurarles las más dignas condiciones de trabajo”.

    La adición al régimen era obligatoria en cualquier manifestación deportiva, así como el saludo y los gritos de rigor.

El fútbol

    Ajustándose a las normas del antiguo Campeonato de España, se comenzó a disputar la Copa del Generalísimo con la participación de los equipos aragoneses Aviación F.C. y Zaragoza F.C.

    En Aragón, la Federación Aragonesa de Fútbol confirió el encargo de la Nacional de reorganizar el deporte del fútbol; para ello, a primeros de mayo de 1939 citó a todos los clubes que se hallaban federados el 18 de julio de 1936, para que en el plazo de 15 días comunicasen su solicitud de reingreso. Éste podía ser requerido, en defecto de la junta directiva del Club, por un miembro cualquiera de la misma que figurase registrado como tal en la citada fecha y que se hiciera responsable de cuantas obligaciones tuviera el club en sus relaciones con la Federación. En el mismo plazo se admitirían solicitudes de reingreso de clubes nuevos.

    Los clubes que figuraban en la Federación en julio de 1936 eran: Zaragoza F.C., C.D. Español, C.D. Amistad, Tauste F.C., Arenas S.C., Club Discóbolo, U.D. Casetas, Utebo F.C., C.D. Monzalbarba, Hogar Pignatelli, Athletic Comín, C.D. Aragonés, C.D. Delicias, Unión Victoria, Olimpia F.C., C.D. Imperial, U.D. San Juan, Club Centro Obrero, C.D. Montañana, C.D. Alfajarín, C.D. Aurora, Club Bala Roja, C.D. Celta, C.D. Júpiter, C.D. La Salle, C.D. Nacional, Ranillas F.C., Betis, F.C. Club Sporting, Unión Pignatelli, Pedrola F.C., Lapuyade F.C., Juventud Comercial, Perdiguera F.C., C.D. Ejea, Euskalduna F.C., Zuera S.C. Juventud Obrera, C.D. Renacimiento, C.D. Alba, Peña Costa, S.D. Universitaria, C.D. Europa, C.D. Huesca, Monzón F.C., Barbastro F.C., S.D. Binéfar, C.D. Graus, A.D. Jaca, U.D. Tamarite, C.D. Calatayud, U.D. Calatayud, Halcón Rojo, Calatayud S.D., Brea de Aragón, C.D. Alhama de Aragón, Ariza, F.C., Alcañiz F.C., C.D. Calanda, C.D. Caspe, Híjar F.C. y C.D. La Puebla de Híjar.

    El aragonés Julián Troncoso fue el encargado de regir la reformada Federación Nacional de Fútbol, menos numerosa y en la que ya no habría necesidad de hacer asambleas, congresillos y elecciones enojosas, según sus palabras.

    Según la reorganización inicial, las federaciones tendrían gestoras compuestas por varios miembros, que encauzarían el fútbol siguiendo las instrucciones dictadas por la Nacional; los clubes estarían dirigidos por directivas poco numerosas, atendiendo las normas dictadas desde arriba, y los jugadores tendrían que pensar que la patria necesitaba de su esfuerzo y, por tanto, se acabarían sus grandezas y exigencias. Los clubes recibirían instrucciones de las ventajas económicas que podrían ofrecer a sus jugadores y en ningún caso se admitirían transgresiones.

Otros deportes

    El Iberia reanudó la actividad ciclista con domingueras excursiones; pronto le seguiría el Club Ciclista Zaragozano, dispuesto a organizar carreras en las barriadas y en localidades próximas a la capital.

    A primeros de julio ya se decidió la organización de la “I Vuelta Ciclista a Aragón” con carácter nacional, que se celebraría entre el 5 y el 12 de octubre.

    El C.N. Helios también reanudó su actividad con la práctica de varios deportes: baskett-ball, pelota, atletismo y natación.

    Se designó presidente de la Federación Aragonesa de Boxeo a don Mariano Fustel Lozano.

    Manuel Orera reorganizó la sección de pesca de la Sociedad General, aunque en su primer año no tuvieron tiempo de llevar a cabo la “pescata benéfica” para obsequiar a los asilo de la Caridad.

    En Atletismo Helios y el Zaragoza iniciaron los entrenamientos y competiciones. A mediados de octubre Eduardo Baeza fue nombrado presidente de la Federación Aragonesa de Atletismo.

    La reorganización seguiría durante varios años elaborando, adaptando y modificando premisas propias de un estado autoritario. 

CITAS BIBLIOGRÁFICAS

(1) Datos extraídos del libro de Ángel Aznar: El largo camino hasta la Recopa. Historia y anécdota del Real Zaragoza. Tomo I, Zaragoza, 1995, p. 144.

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El primer Campeonato de Aragón de Atletismo

El primer Campeonato de Aragón de Atletismo

Salto con pértiga en las antiguas pistas de la arboleda de Monzón

DEPORTES Y JUEGOS TRADICIONALES

Publicado en “Cuadernos Altoaragoneses” del Diario del Altoaragón, Domingo, 27 de noviembre de 1994

Por José Antonio ADELL CASTÁN y Celedonio GARCÍA RODRÍGUEZ

    El 27 de mayo de 1923, reunidas en junta las sociedades deportivas, constituyeron la Federación Aragonesa de Atletismo, que al mismo tiempo se afiliaba a la Federación Nacional. Los fines que perseguía la nueva Federación eran organizar campeonatos y pruebas que sirvieran de entrenamiento para participar en los campeonatos nacionales, repitiendo el éxito alcanzado por los corredores que habían participado en el último "Cross country" Nacional.

    La labor realizada por la anterior Unión o Federación Atlética Aragonesa había sido intensa. Desde febrero hasta finales de abril se trabajaba en la preparación del equipo que defendería los colores regionales en el Campeonato de España de Cross  que se celebraría en San Sebastián.

El Cross Nacional

    De la decena de carreras organizadas con este fin, el último del 15 de abril de dicho año se consideraba Cross Regional de Aragón, con un recorrido igual al cross de San Sebastián. El día 29 del mismo mes, en la bella Easo, tomaron la salida los seleccionados aragoneses Dionisio Magén, Vicente Magén, Vicente Sanjuán, José de Miguel, José Marín, Ángel Gracia y Esmeraldo Peña, para recorrer 12 kilómetros.

    El resultado, como consecuencia del fecundo y entusiasta trabajo realizado, fue un éxito. El mejor clasificado aragonés, Dionisio Magén, llegó en séptimo lugar. En la meta Magén lloraba de rabia al ver los puestos que había perdido durante la última parte del recorrido en la que tuvo que parar tres veces a causa de dolores agudísimos en el costado, que fueron los que le impidieron llegar en segundo lugar. Ángel Gracia, que también iba excelentemente colocado, se tuvo que retirar a los siete kilómetros.

    Los corredores participantes en el Cross Nacional hicieron una demostración, a los pocos días, en el descanso del encuentro de fútbol entre los equipos Real Stadium y el Baracaldo. El corredor de Montañana, Dionisio Magén, hizo una brillante exhibición demostrando su formidable estilo.  Para el 20 de mayo se anunciaban otras pruebas que tendrían lugar en el zaragozano campo de las Delicias, durante el descanso del partido de fútbol. Se disputarían saltos de altura con impulso, saltos de "anchura" con impulso, lanzamiento de jabalina, lanzamiento de barra y carrera de 100 metros lisos. Podían participar todos los socios pertenecientes a los Clubes adheridos a la Federación Atlética Aragonesa. Y para el 27 del mismo mes, también durante un descanso del fútbol, se programó una carrera de 5.000 metros para batir el record regional, establecido por De Miguel en 19 min. y 35 seg.

    Las pruebas atléticas todavía eran poco conocidas, y esa era una de las causas por las que los mismos atletas aparecieran en varios resultados. Aznar, del Iberia, venció en los 100 m., en el lanzamiento de jabalina y en el salto de longitud, y Leoncio López, de la R.S.A. Stadium, se clasificó primero en el lanzamiento de barra.

Mínimas para el Campeonato Nacional

    Recién creada la Federación, los atletas trabajaban sin descanso y con entusiasmo por el deseo de de concurrir al Campeonato de Atletismo que se iba a celebrar en Bilbao en el mes de agosto. Con el fin de seleccionar a un equipo digno que representase a la región, se fijaron las siguientes marcas mínimas: Salto de altura (con impulso), 1,60 m.; salto de longitud (con impulso), 5,70 m.; triple salto, 11 m.; salto con pértiga, 2,70 m.; en lanzamiento, de disco, 30 m.; de peso, 10,50 m.; de jabalina, 38 m., y de martillo, 25 m.; y en carreras, de 100 m. lisos, 11 seg. 3/5; 200 m., 24 seg. 2/5; 400 m., 58 seg.; 800 m., 2 min. 10 seg.; 1.500 m., 4 min. 35 seg.; 5.000 m., 17 min., y 10.000 m., 37 min.

    Para los días 22, 25 y 29 de julio de 1923 se programaron los primeros Campeonatos Atléticos de Aragón con el fin de que sirvieran para seleccionar a los atletas que acudirían a Bilbao, y al mismo tiempo las marcas alcanzadas quedarían como records de Aragón.

    El entusiasmo llenaba de amor propio a los atletas, pero un temor les conmovía: los escasos medios económicos de la Federación de Atletismo para poder sufragar los gastos del viaje y estancia. No obstante, quedaba la posibilidad de que las sociedades de fútbol jugaran algún encuentro en beneficio de los atletas.

El Campeonato Regional

    Un Reglamento de 18 artículos regulaba los Campeonatos en los que podían participar, según el artículo 2º, "todos los atletas de las Sociedades deportivas de Aragón y todos los individuos libres que acreditaran no ser profesionales". Las pruebas eliminatorias, previstas para el día 22 de julio tuvieron que aplazarse a causa del mal estado en que se encontraba el campo del Arrabal de Zaragoza, habilitado para pista de carreras, corriendo las fechas para concluir el domingo 5 de agosto.

    Todos los participantes debían inscribirse en el gimnasio del doctor Julio Pérez Larrosa, donde se les reconocía, requisito sin el cual, por acuerdo de la Federación Nacional, no se podía tomar parte. Entre los artículos más llamativos del Reglamento se puede entresacar el 7º, que decía: "La inscripción irá acompañada de dos pesetas, reembolsadles al devolver el dorsal. Si el atleta no acudiese a las pruebas sin ser caso de fuerza mayor justificada, perderá dicha cantidad". En el artículo 12 y 13, referentes a los saltos y lanzamientos, se fijaba que cada concursante tendría derecho a cuatro saltos en las eliminatorias, quedando para las finales los tres primeros clasificados. El artículo 14 se refería al lanzamiento de barra: "Será completamente libre, pero no se permitirá hacer agujeros para apoyar los pies". El artículo 17 explicaba que "para adelantar a un corredor en un carrera, tendrá que hacerse siempre por la derecha si éste va por la línea interior; si se hiciese por el lado contrario será descalificado".

    Por último, el artículo 18 decía que "la Federación organizadora declina todas las responsabilidades por los daños o perjuicios morales y materiales que los participantes puedan sufrir y éstos se comprometen a no entablar demanda judicial ninguna a la Federación Atlética Aragonesa".

    El 5 de agosto, en el campo de la Hípica de Zaragoza, se disputaron las finales, que comenzaban a las siete de la mañana con las siguientes pruebas: Carrera de 5.000 m., lanzamiento de peso, salto de longitud con impulso, carrera de 200 m. lisos, lanzamiento de jabalina, triple salto olímpico y carrera de 400 m. lisos. Por la tarde, antes del partido de foot-ball que enfrentaba al Zaragoza F.C y al Huesca F.C., cuyos ingresos se destinarían a sufragar los gastos de viaje y estancia del equipo de atletas que acudiría a Bilbao, se celebraron las eliminatorias de salto de altura, tiro de barra y salto de pértiga; en el descanso se corrieron los 400 m., los 800 m. y se lanzó el disco; al final del partido se corrieron los 1.500 m.

    Los futbolistas se volcaron en apoyo de los atletas jugando varios partidos de fútbol a beneficio de la Federación de Atletismo. Incluso en la Asamblea de la Federación de Fútbol, que tuvo lugar a finales de julio, se decidió que se aumentaran 10 céntimos en las entradas a los "matchs" de fútbol para proporcionar fuentes de ingreso a los atletas.

    Los atletas más destacados del Campeonato Regional que acudirían a Bilbao fueron: Carlos Aznar, del "Iberia S.C.", para 100 m., 200 m., relevos y salto de longitud; Jesús Valdés, de la "Universitaria", para 400 m., 800 m., relevos, salto de altura y triple salto (olímpico); Dionisio Magén, del "Stadium", para 1.500 m. y 5.000 m.; Juan Monforte, del "Stadium", para lanzamiento de disco y barra; Pascual Coderque, del "Stadium", para lanzamiento de disco, peso, barra y jabalina, y José Marín, del "Stadium", para 800 m., 1.500 m. y relevos.

El Campeonato Nacional

    En los Campeonatos Nacionales de Bilbao sólo tomaron parte cinco regiones. Aragón quedó clasificada la quinta. Coderque alcanzó el primer lugar en lanzamiento de disco (33,29 m.) y Valdés el segundo en salto de altura (1,65 m.). Coderque mantuvo una gran pugna con el castellano Uría, que había ganado 17 concursos seguidos.

    Coderque también triunfó en lanzamiento de barra española, en lucha con castellanos y vizcaínos, clasificándose en primer lugar con más de 3 m. de diferencia, y en palanca vizcaína, a pesar de ser desconocida para él, obtuvo el segundo puesto (18,52 m) y el quinto Monforte (12,02 m.).  El resto de los aragoneses también realizaron un buen papel. El balance final se calificó de rotundo éxito para Aragón por los triunfos obtenidos al debutar en estos campeonatos.

RESULTADOS

Primeros campeonatos oficiales de Aragón de Atletismo

    100 m., 1º Carlos Aznar (Iberia S.C.), 11 seg. 1/5. 200 m., 1º Carlos Aznar (Iberia S.C.), 26 seg. 400 m., 1º José Marín (R.S.A. Stadium), 57 seg. 800 m., Jesús Valdés (S.D. Universitaria) 2 min. 10 seg. 1500 m., 1º José Marín (R.S.A. Stadium), 4 min. 33 seg. 3/5. 5.000 m., Vicente Magén (R.S.A. Stadium), 17 min. 53 seg. Salto de altura, 1º Jesús Valdés (S.D: Universitaria), 1,60 m. Salto de longitud, 1º Carlos Aznar (Iberia S.C.), 5,80 m. Triple salto (olímpico), 1º Antonio Sánchez (U.S. Aragón), 11,30 m.

Las Corridas de Pollos de Grañén. Homenaje a Valentín Rodellar (I)

Las Corridas de Pollos de Grañén. Homenaje a Valentín Rodellar (I)

Carrera pedestre de Grañén 

Publicado en la revista Flumen XXI, Nº 2 (Tercer trimestre de 2000)

Celedonio García Rodríguez y José Antonio Adell Castán

     En el siglo pasado ya había una gran afición por las carreras pedestres, que se celebraban durante las fiestas patronales de Grañén, en honor de Santiago el Mayor.

    Las corridas se disputaban por la tarde. La denominada “corrida de pollos” ocupaba la tarde del día grande, tal como vemos en los programas de fiestas del siglo pasado.

     En las fiestas de 1886, el día del patrón, por la tarde, se celebraron varias carreras, la que se denominaba tradicional “corrida de pollos”, la de “la manzana” y carreras de niños.

    Estas pruebas pedestres también recibían el nombre de “carreras al estilo del país”; tal como aparecían en el programa de fiestas de 1899, nombre habitual que se daba a las carreras celebradas en las fiestas de los pueblos de la Hoya de Huesca y comarcas limítrofes.

    Las carreras estaban organizadas por el Ayuntamiento y bajo su presidencia se disputaban en la plaza Mayor. En 1902, el primer día se celebraron las corridas de pollos y la de chicos en sacos, y el segundo día la de niños. En 1903 también hubo “corridas de pollos”, de entalegados y otras diversiones improvisadas que fueron presenciadas por numerosa concurrencia.

    En 1904 el Heraldo de Aragón decía que las fiestas profanas se habían reducido “a las clásicas corridas de pollos en justa y a carrera larga, que despiertan mucho entusiasmo”.

    En 1907, el vencedor de las clásicas “corridas de pollos”, en dos días consecutivos, fue el corredor Fernando Val, quien dio cincuenta vueltas en pista (aproximadamente cinco kilómetros), en poco más de quince minutos.

    En 1908, B. Pérez relataba con gran precisión de detalles, en el Heraldo de Aragón, el desarrollo de la típica “corrida de pollos”:

    “Las corridas de pollos, tan populares y generalizadas en esta región, son los festejos que con más entusiasmo presencia el vecindario. A la hora prefijada suena el redoble del tambor de voz pública anunciando la celebración de la correspondiente corrida. Desde que esto tiene lugar hasta que comienza la función, la animación en las calles es verdaderamente extraordinaria; todos en animado tropel dirígense presurosos a la plaza Mayor y, rodeando la pista, sentados en el suelo unos, en sillas otros, y de pie los más, forman un formidable cordón muy semejante al del tendido de nuestras plazas de toros. Balcones y ventanas se ven atestadas de elegantes señoritas que, resguardadas del sol por multitud de sombrillas, forman un conjunto delicioso y dan gran realce a esta fiesta de sumo popularísima.

    Toma asiento el Jurado en la Presidencia y después aparecen los corredores con su traje especial, los cuales son pronto objeto de todas las miradas. Se le toma su filiación y da lectura en su presencia a las condiciones en que va a celebrarse el concurso.

    Acto seguido bate de nuevo el tambor en voz pública, se hace el silencio y se fijan las condiciones que para el público siguen durante la fiesta.

    Tras estos preliminares comienza la corrida y la animación en el público se hace, por momentos, delirante y por demás entusiasta. Entre los corredores los hay de otros pueblos y sus paisanos y los amigos de unos y otros dirigen sin cesar multitud de exclamaciones para animarles. Cuando un corredor, haciendo un supremo esfuerzo, consigue colocarse el primero, entonces el entusiasmo es indescriptible, el griterío formidable y el regocijo llega a su colmo. Los corredores, sudorosos, se animan más y más; a algunos les emocionan las ovaciones, y nerviosos, se les ve palidecer.

    Faltan pocas vueltas y la lucha se hace por momentos más violenta y en medio de ese entusiasmo general termina la corrida, se adjudican los premios y cada corredor se retira rodeado de sus más íntimos amigos y seguidos de multitud de curiosos.

    Tras esta corrida se celebra otra de hombres metidos en sacos, los cuales con sus numerosas caídas regocijan también el numeroso concurso”.

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Las “Corridas de Pollos” de Grañén. Homenaje a Valentín Rodellar (II)

Las “Corridas de Pollos” de Grañén. Homenaje a Valentín Rodellar (II)

Valentín Rodellar formó parte de la Selección Aragónesa que se clasificó en 2º lugar en el “XXIII Campeonato Nacional de Cross”, celebrado en Zaragoza en 1941

Publicado en la revista Flumen XXI, Nº 3 (Cuarto trimestre de 2000)

 Celedonio García Rodríguez y José Antonio Adell Castán

     Con el entusiasmo que se vivían las carreras pedestres no es de extrañar que Grañén fuera la población donde nacieran destacados corredores, entre ellos Eugenio Pérez y Valentín Rodellar. Ambos ganaron muchas carreras en los pueblos que participaron.

     Valentín, especialmente, se codeó con Dionisio Carreras, de Codo; con Bautista Peralta, de Sariñena; con los hermanos Dionisio y Vicente Magén, de Montañana; con el catalán Jaime Florensa, de Corbins; con Ignacio Latorre, de Santalecina, con José Ponz, de Almuniente; con Alfredo Conte, de Robres, entre otros.

     En los años veinte la prueba pasó a denominarse “carrera pedestre” y a los corredores se los premiaba con metálico. En 1926 los premios de la prueba eran de 100, 50 y 25 pesetas, para los tres primeros clasificados, respectivamente.

     En 1927, según el corresponsal de La Voz de Aragón, lo más sobresaliente de las fiestas profanas fueron las carreras pedestres que se celebraron los días 25 y 26, debido, principalmente, a la rivalidad entre el corredor Alfredo Conte, de Robres, y Eugenio Pérez, de la localidad.

     “Corríase sobre un circuito de 10 km. y tomaron parte el olímpico Dionisio Carreras, Vicente Magén, Alfredo Conte y Eugenio Pérez.

     Presentaba la pista un aspecto fantástico de animación extraordinaria convirtiéndola en un jardín de policroma belleza los innumerables racimos de mujeres hermosas.

     Las primeras vueltas fueron de tanteo, iniciándose luego una auténtica batalla, llevando la cabeza todos, alternativamente, hasta que se impuso la gran clase de Carreras que a los 5 km. imprimió un tren durísimo que obligó a abandonar a Magén. Continúa la emoción «in crescendo», pues los restantes corredores continúan en sus puestos, aunque se notan visibles muestras de agotamiento en Alfredo Conte, que se ve obligado a ceder y más tarde a retirarse cuando aún faltaban 2 km., llevándole el corredor local cien metros de ventaja. Decrece el interés, terminando la carrera un sprint de Carreras, que se aplaude. También se aplaude a Eugenio Pérez que se revela como un futuro as para próximas contiendas atléticas”.

     El día 25 se corrió un distancia de 10 km.; el primer clasificado fue Dionisio Carreras, que hizo el recorrido en 35 m. 10 s., y segundo, Eugenio Pérez, 35,40.

     El día 26, el recorrido fue de 6.600 m. El olímpico Carreras también acabó vencedor, en 18 m. y 30 s.; segundo Pérez, en 18 m. 40 s. y tercero, Vicente Magén, en 19 m.

     Terminada la corrida comenzaron los bailes a los acordes de las músicas de Barbastro y Ontiñena.

     En 1929 participaron en la carrera Eugenio Pérez y Valentín Rodellar, además de Bautista Peralta, de Sariñena, y José Ponz, de Almuniente. Dada la salida, el primero en tomar la cabeza fue el corredor de Almuniente, cobrando una ligera ventaja. La carrera de siete kilómetros se hizo emocionante desde el primer momento, debido al tren endiablado de Ponz. Hasta el final no se vieron claras las posiciones. Cuando Bautista, que tenía energías reservadas, intentó la escapada, pudo verse un duelo delirante entre los locales, que pugnaron por seguirlo. El primero en rezagarse fue Valentín y poco después Eugenio, llegando a meta por este orden. Los tres corredores recibieron los premios de 50, 30 y 20 pesetas otorgados para los vencedores.

     Al año siguiente volvió a ganar Dionisio Carreras, del Real Zaragoza, seguido de José Hernández, del Valencia F.C. y de Valentín Rodellar.

     En 1931 se celebró otra interesante carrera, en la que después de una reñidísima lucha resultaron vencedores, por el siguiente orden, Bautista Peralta, de Sariñena; el veterano Dionisio Carreras, del Real Zaragoza, y Jaime Florensa, del Barcelona F.C.

     En 1933 los premios anunciados eran de 100, 75 y 50 pesetas, para los tres primeros clasificados, respectivamente.

     Tras la guerra civil la prueba continuó disputándose con la participación de los mejores corredores aragoneses y catalanes (Pedro Sierra, Luis García, Alberto Murillo, Francisco Binaburo...).

     En los años cincuenta el Ayuntamiento de Grañén insertaba anuncios en la prensa, como el que recogemos a continuación, para atraer a los corredores: 

CARRERA PEDESTRE EN GRAÑÉN

     El día 25, a las seis de la tarde, gran carrera pedestre en la que se otorgarán los siguientes premios:

    Primero, 600 pesetas; segundo, 400; tercero, 200; cuarto, 100; quinto, 50, y sexto, 25.

    A la vez y en las vueltas que oportunamente se indicarán, se concederán valiosas primas.

     La retirada de Sierra y García, acabaría también con esta prueba, perdiéndose así una de las carreras pedestres más tradicionales de Aragón.  

CORRIDA DE BODAS

     Siguiendo una típica costumbre del Alto Aragón, en las bodas se disputaban las denominadas “corridas de bodas”, o  de la rosca, según observamos en la siguiente reseña de Grañén publicada en el diario zaragozano La Derecha (4 de noviembre de 1889):

     “Anteayer, a las nueve de la mañana, al salir de la iglesia parroquial de dicha localidad, donde habían contraído matrimonial enlace dos jóvenes de la misma, hubo, según costumbre en tales casos, dos corridas llamadas de rosca.

     En una de ellas salieron a disputar el premio dos vecinos, uno de 85 años y otro de 56; la distancia que habían de recorrer era de quinientos pasos, saliendo vencedor, con gran ventaja, el anciano de 85 años, a quien le fue adjudicada la rosca objeto de la carrera, llamando poderosamente la atención de todos el resultado, que acusa en un hombre de tan avanzada edad una resistencia y un vigor de que muchos jóvenes carecen.” 

CORRIDA DE SANTA ÁGUEDA

     El día en que las mujeres celebran la festividad de Santa Águeda se siguen celebrando las tradicionales “carreras de la rosca”. Las mujeres de la localidad corren por parejas una distancia corta (no llega a los 100 metros) y a la vencedora se la premia con un rosco, que luego reparte con su compañera.  

BREVE HISTORIAL DEPORTIVO DE VALENTÍN RODELLAR

1936:   3º en el “Campeonato de Aragón de Campo a Través”, como Independiente. 

1940:   Ficha por el Real Zaragoza.

            2º en el “Campeonato de Aragón de Campo a Través”.

            3º en la “X Vuelta a Zaragoza”.

            3º en el “Circuito de las Arboledas”. 

            3º en la “III Copa de Navidad”.

            19º en el “XXII Campeonato Nacional de Cross”, en Oviedo. 

            5º en la carrera “Sevilla-Dos Hermanas”, con motivo de la Feria de Sevilla. 

1941:   33º en el “XXIII Campeonato Nacional de Cross”, en Zaragoza. 

            La Federación Aragonesa se clasificó 2ª por equipos.

Atletismo pre-federado: Las sociedades deportivas

Atletismo pre-federado: Las sociedades deportivas

Alberto Murillo, de Leciñena, venciendo en una “Vuelta a Zaragoza”

DEPORTES Y JUEGOS TRADICIONALES

Publicado en “Cuadernos Altoaragoneses” del Diario del Altoaragón, Domingo, 9 de octubre de 1994

Por José Antonio ADELL CASTÁN y Celedonio GARCÍA RODRÍGUEZ

     Las Sociedades deportivas, y algunas personas dedicadas a la Gimnástica o Educación Física, fueron las principales impulsoras del Atletismo Federado. Su labor tendría como fruto la aparición de la Federación Aragonesa de Atletismo en 1923; el camino hasta su constitución no sería fácil y sufrirían muchas vicisitudes.

Los festivales sportivos

     Del mismo modo que en Huesca, con las fiestas de San Lorenzo, las fiestas del Pilar de Zaragoza fueron el marco más importante en el que se dieron a conocer las diferentes modalidades que aparecían en el incipiente deporte aragonés.

     En las fiestas del Pilar de 1901, con motivo de celebrarse en la capital aragonesa la asamblea de la Federación Gimnástica Española, en la que participaba como delegado del comité provincial D. Santiago Ramón y Cajal, entre otros, dicha Federación Gimnástica organizó un amplio programa deportivo con tiro nacional, ciclismo y gimnástica (gimnasia escolar, higiénica-pedagógica, militar, artística o acrobática y un concurso individual).

     En las pruebas de Gimansia militar, artística y en el concurso individual, se programaron algunas atléticas: carreras de obstáculos, de velocidad y de resistencia, saltos de altura y de longitud, lanzamiento de un peso, etc. Además, el concurso individual tenía categoría de Campeonato de España.  

     La programación de pruebas que podemos considerar relacionadas con el atletismo fue escasa en estos años, y las pocas que se celebraron estuvieron organizadas por sociedades deportivas dedicadas a otros deportes o por la Sociedad Gimnástica.

     En 1906, en el programa de carreras ciclistas de las fiestas del Pilar, organizado por la Sociedad Velocipédica Zaragozana conjuntamente con la Comisión de festejos de Comercio, se incluía una carrera pedestre de velocidad para mayores de 16 años. La distancia era de 2.000 m., y obtuvo el primer premio, consistente en 30 pesetas, Sebastián Ruiz; en segundo lugar llegó José Ruiz.

     En 1914, Julio Pérez Larrosa, vicepresidente de la Sociedad Gimnástica de Zaragoza, organizó un festival denominado "Juegos Olimpicos", subvencionado por la Comisión de Fiestas de Zaragoza. El jurado de las pruebas estaba constituido por miembros de la Sociedad Gimnástica, del Comité de Exploradores, de la sociedad ciclista "El Pedal Aragonés", del Tennis-Club, del presidente de la R. S. de San Sebastián (equipo de foot-ball que disputó un partido contra una selección de la Gimnástica) y representantes de los profesores de gimnasia.

     Las pruebas atléticas que se programaron fueron: salto de longitud con impulso (1º, Manuel Rodríguez, 6’60 m.; 2º, José Ocáriz, 4’60 m., y 3º, Camilo Dalmau), salto de altura con trampolín (1º, Manuel Mingull, 2’21 m.; 2º, Eduardo Vecino, 2’16 m., y 3º, Rafael Codina, 2’10 m.), salto con pértiga (1º, Mariano Fustel, 2’65 m.; 2º, Angel Viñano, 2’50 m., y 3º, Carlos Pereira, 2’25 m.), carrera de velocidad de 100 m. (premio único, José Gómez Segura), carrera a la americana de 2.000 m. por parejas (1º, equipo amarillo formado por Gómez y Montagud, y 2º, equipo rojo, formado por Conde y Oscariz), lanzamiento de disco (1º, Fructuoso Orduna, 27 m.; 2º, Manuel Rodríguez, y 3º Rafael Montagud) y lanzamiento de barra (1º, Vicente González, 22 m.; 2º, Manuel Bazán, 21 m., y 3º, Andrés González, 19 m., con barra de 6’42 kilógramos).

     Para algunos, estos "Juegos Olímpicos" fueron los que dieron impulso a la Federación. A ellos se hacía referencia cuando se constituyó en 1923. Durante este periodo todavía se disputaron otras pruebas atléticas. En septiembre de 1915 los exploradores de Zaragoza organizaron un concurso de carreras, saltos de altura y de anchura...

     En agosto de 1919 Pepe de Miguel se proclamó campeón de Zaragoza en una carrera pedestre de 8.500 m., seguido de F. de la Torriente y de Dolset, Los tres fueron los únicos participantes en la prueba.

Federación de Sociedades Deportivas

     En este año de 1919 se constituyó en Zaragoza la Federación Local de Sociedades Deportivas, con el fin de unificar voluntades y sin perder cada componente su independencia. Del atletismo se decía en la prensa que "estamos casi en mantillas". La idea era que esta Federación tratara de llevar a cabo una labor seria y efectiva para impulsar el deporte en Zaragoza y para que mereciera la atención y el favor del público, y de las entidades oficiales, como el que ya gozaban en otras capitales.

     La justificación por la falta de atención que debía merecer el deporte, por quienes tenían el deber de hacerlo, parecía clara para los comentaristas deportivos: "Lo que pasa es que como no da votos, ni sirve para los trapicheos de la política...".

     Con el profesor de gimnasia Julio Pérez Larrosa como presidente, se eligió el periodo de fiestas del Pilar de este año para comenzar su labor, organizándose una carrera pedestre de 5 kilómetros, el Campeonato ciclista de Aragón y un partido de Fútbol.

     Goal, en las páginas de El Noticiero (7-10-1919) escribía: "Por ser la primera vez que se celebra una carrera de esta índole, revestirá los caracteres de un acontecimiento, porque además ponen todo su empeño en ello los organizadores". Se inscribieron más de treinta corredores, "entre ellos dos de Montañana que corren de veras".

     Al mes siguiente, con motivo de la inauguración del "Campo Fuenclara", se preparó un programa deportivo y, entre las pruebas consideradas de atletismo, se compitió en: salto de altura, lanzamiento de barrón, ejercicios de paralelas, carrera a la americana y tiro de cuerda.

     Sin embargo, la Federación de Sociedades Deportivas no funcionaba como se esperaba, según se observa en las críticas severas de Kor-ner, en el Heraldo de Aragón (1-1-1920): "Por falta de ánimo en ustedes se ve la Federación de Sociedades Deportivas, a la que dirigen sin entusiasmo alguno, sumida en un sueño que amenaza más largo que la huelga de tranviarios" (los tranviarios llevaban bastante tiempo en huelga).

Aragoneses al Campeonato Nacional de Cross

     El II aniversario de la fundación de la "Sociedad Deportiva Fuenclara" se festejó, en septiembre de 1920, con un programa deportivo social de foot-ball y pruebas atléticas: pedestrismo, salto de altura y longitud con y sin impulso, velocidad, lanzamiento de peso y disco, y tración de cuerda.

     En marzo de 1921 reinaba gran entusiasmo en las Sociedades Deportivas por celebrarse un cross-country de selección para asistir al VI Campeonato Nacional de Cross. Era la primera vez que se iba a participar en pruebas de categoría nacional.

     El recorrido del cross era de 10 kilómetros y al final no acudieron algunos de los corredores que se esperaban, quizá debido al viento infernal que soplaba. Los tres primeros clasificados fueron José de la Fuente, del Fuenclara F.C.; José de Miguel, del Iberia S.C., y Vicente Sanjuán, del Fuenclara F.C.. Los otros representantes aragoneses que acompañarían a los anteriores al Campeonato Nacional, que se celebraría en Santander, fueron Dionisio Magén y Ricardo Oliván.

     En 1921, el Ibero Sport Club y el Club Deportivo Fuenclara organizarían nuevos crosses. Con frecuencia, la influencia de Zaragoza hacía pensar que lo que se hacía allí era lo único que había en Aragón, y que se confundiera la actividad local con la regional.

     El 27 de diciembre de 1921, en el Heraldo de Aragón, se criticaba nuevamente a la Federación: "Se da como cierto que se va a constituir nuevamente y por milésima la Federación Aragonesa de Clubs Deportivos". Entraban en los planes de los directivos el enviar representantes al VII Cross Nacional que se celebraría en Alicante.

     Con motivo de las fiestas del Pilar de 1922, la comisión de Atletismo de la Asociación de Cultura Física (denominación que debió tomar la anterior Federación) organizó una competición de pruebas atléticas dentro de la denominada "Gran Semana Deportiva".

     En el reglamento de las pruebas, el artículo segundo decía: Para estas pruebas podrán inscribirse: a) Todos los atletas de las Sociedades Federadas. b) Todo individuo que demuestre no ser profesional. Las pruebas eran: 100 m., 1.000 m. a la americana con relevos y por equipos de cuatro, salto de longitud, salto de altura, lanzamiento de disco y de barra, cross de 6.000 m. y 80 m. vallas.

     Las mismas personas entusiastas, que ya venían dedicando su tiempo y trabajo por el fomento del atletismo, serían las que con su aliento y estímulo pusieran en marcha, al año siguiente, la Federación Aragonesa de Atletismo.

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Las carreras pedestres de Grañén

Las carreras pedestres de Grañén

Participantes en la carrera pedestre de Grañén celebrada el 25 de julio de 1935. De pie, de izquierda a la derecha, el segundo, Clemente Góez, del Exploradores; el tercero, ¿Valentín Rodellar?, de Grañén, y el quinto Francisco Pardos, del CN Helios.

DEPORTE CON TRADICIÓN

Publicado en el programa de Fiestas de Grañén del 2006 en honor a Santiago Apóstol 

Celedonio García Rodríguez y José Antonio Adell Castán

      Muchos años antes de que surgiera el deporte moderno, en Aragón se practicaban juegos y deportes de larga tradición (juegos de bolos, tiro de barra, juego de pelota, tiro de soga, tiro de bola, pulseos, carreras hípicas…, y carreras pedestres).

     Entre las carreras pedestres, la más conocida y extendida por todo Aragón es la “corrida de pollos”, así denominada por ser estas aves de corral el premio que se entregaba a los vencedores. Normalmente el vencedor obtenía tres pollos de corral, el segundo clasificado, dos, y el tercero, uno. Con el tiempo esta prueba fue evolucionando y los pollos como premio dieron paso a los premios en metálico.

CONTINÚA:

http://aragonia-pedestrismo.blogspot.com.es/2007/06/las-carreras-pedestres-de-gran.html

Corridas de pollos por el Bajo Aragón y comarcas próximas

Corridas de pollos por el Bajo Aragón y comarcas próximas

Pedro Sierra en la carrera pedestre de Calanda

 Celedonio García Rodríguez y José Antonio Adell Castán (1994)

     Andorra, Calanda, Urrea de Gaén, Albalate del Arzobispo y Oliete son de los pocos pueblos de la comarca que conservan la tradicional Carrera Pedestre; otros pueblos la organizan intermitentemente o se perdió hace pocos años: Castellote, Alloza, Ariño, Castelserás, entre otros.

     En Alcorisa, como en otros pueblos de la comarca, se denominaban corridas de peatones, aunque los premios fueran pollos y, ya en los años veinte, metálico (en 1922, 50, 30 y 20 ptas.). Se disputaban  en las fiestas de San Roque, en el empalme de Más de las Matas, por el camino y la carretera.

    En Molinos se corría desde la era empedrada hasta la cuesta del Culadero; los premios eran pollos y solía ser de carácter local. También se hacían carreras de mujeres con cántaros en la cabeza. Otra variedad era la carrera con cubos llenos de agua o con cestas que debían llenar lo más rápidamente posible con manzanas que se encontraban en hilera por el suelo. Organizaban corridas en diversas fiestas: San Roque, la Virgen de la Soledad e, incluso, para Sant

a Lucía.

    En Albalate del Arzobispo, a principios de siglo, se hacían corridas en las fiestas en honor a la Virgen de Arcos y en las fiestas de barrio dedicadas a San Ramón Nonato, las de la Virgen del Tremedal, San Roque, San Miguel y en las del Santo Ángel de la Guarda. Acompañados de la dulzaina y tamboril, todo el mundo se desplazaba al lugar donde se disputaba la corrida de pollos. En las fiestas de la Virgen de Arcos los premios eran en metálico y la prueba se denominaba «corrida de peatones». Corrían por la rambla derecha del río Martín, cubriendo una distancia de unos tres Km., descalzos por un terreno cubierto de guijarros y maleza; iban desde el Puente hasta la Piedra de la valla, donde ponían la bandera, a la que había que dar la vuelta. Posteriormente se ha corrido en el campo de fútbol, por las calles y en la plaza de toros.

    En Más de las Matas se celebraba la corrida en la festividad de San Juan Bautista y Santa Flora. Camilo, el gaitero de Las Parras, animaba esta prueba de casi 4 Km. por la carretera de Alcorisa.

    Andorra ha sido la cuna de otros dos grandes corredores, uno de ellos, El Rey de Andorra, pionero en el pedestrismo regional. Llegó a correr, a finales del siglo pasado, en París y en Londres, venciendo a jinetes montados sobre caballos. Otro, Rafael Bielsa, conocido como El pelotón de Andorra, mantuvo emocionantes duelos con Luis Royo; las competiciones disputadas en el campo de fútbol, con seguidores de ambos adversarios, resultaban más emocionantes que cuando jugaba el equipo local de fútbol.

    En Calanda la corrida de pollos se disputaba en el camino denominado del tiro del bolo; se salía desde El Hilador y se llegaba al pajar del tío Campechano, camino de la loma del Balcón. Los corredores daban 3 o 4 vueltas. El alguacil pregonaba la carrera: Van a dar suelta a la corrida, al primero se le darán tres pollos, al segundo dos y al tercero uno. Que nadie toque a los corredores, ni ellos con ellos, que sino serán sancionados. Los pollos colgaban de un palo adornado con ramos de albahaca, mientras el gaitero, el tío Campos, de Calanda, amenizaba el festejo. A principios de siglo hubo un incidente, los de Calanda fueron a correr a Foz. El tío Chatín, de Calanda, fue empujado por los corredores locales. A raíz de esto los dos pueblos se pusieron tan a mal que cuando vinieron los de Foz a Calanda, durante las fiestas del Pilar, tuvieron que salir escoltados por la Guardia civil. Hasta llegó a desaparecer una romería en la que se juntaban los dos pueblos. Posteriormente el escenario de la carrera pedestre fue la plaza de toros y, en 1950, allí se celebró la denominada "Carrera Pedestre del Siglo XX", en la que participaron todos los componentes de la selección nacional de cross: Coll, Yebra, Baldomá, Rojo, Miranda y Sierra, entre otros. El premio era una hermosa yegua valorada en 12.000 Ptas., de 3 años y cubierta por un semental del Estado. Presenciaron la prueba los dirigentes federativos y todos los corredores fueron descalificados por profesionalismo.

    Castelserás es la cuna de Carmen Valero (dos veces campeona del mundo de cross), quien en alguna ocasión también ha participado en las carreras pedestres de los pueblos, de la mano de su entrenador, José Molíns. Allí se celebraban las corridas de pollos para la Virgen de Guadalupe y San Cosme.

    Aguaviva para San Agustín, en la misma fecha que Foz-Calanda; en este lugar, en los años veinte, durante las fiestas de San Roque hacían otro festejo denominado "tiro de pollo", y consistía en colocar un pollo a dos metros de altura y más de cuarenta de distancia, desde donde el tirador "a piedra" que tuviera la suerte de tocarlo o herirlo se lo llevaría.

    Castellote para la Virgen del Agua; La Mata y La Ginebrosa para San Bartolomé; Alloza y Oliete para la Santa Cruz; La Cañada de Verich para Santa Ana y para el Pilar; Torre de Arcas para San Bernardo; La Cerollera para San Cristóbal y la Virgen del Remedio, y resumiendo, en todos los pueblos de la comarca se disputaban interesantes corridas de pollos.

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Las corridas de pollos en Santa Eulalia de Gállego y comarca

Las corridas de pollos en Santa Eulalia de Gállego y comarca

 

Pregón de la “corrida de pollos”. Ilustración de Iñaki para el cuento de Luis López Allué titulado La corrida de pollos

 Celedonio García y José Antonio Adell (1993)

        Durante muchos años el deporte popular autóctono ha sido la única actividad lúdico-competitiva que se ha desarrollado en nuestros pueblos. Las fiestas o los domingos eran los momentos elegidos para jugar a la pelota, tirar a la barra o disputar las corridas de pollos; en ocasiones, la competencia adoptaba forma de apuesta y tenía lugar en el acto.

       La prueba deportiva que más pasión levantaba durante las fiestas patronales, en Aragón, era la corrida de pollos. El ambiente que rodeaba estas competiciones era extraordinario, y, en ocasiones, rebasaba el ámbito comarcal. Aficionados y simpatizantes de cada corredor se daban cita en cada uno de los pueblos que festejaban a su patrón para animar y celebrar, en su caso, el triunfo y la supremacía sobre los adversarios de otros pueblos.

       Luis López Allué mostraba el ambiente de la corrida en unos de sus cuentos, titulado La corrida de pollos. La proximidad de la fiesta despierta el nerviosismo entre los corredores que preparan la carrera. Los nombres de afamados corredores locales y forasteros circulan de boca en boca. Las gentes todavía recuerdan con admiración la carrera del año anterior. Se relatan las hazañas de cada contendiente, incluso se tenderán las apuestas que confirman la agilidad y destreza del favorito.

       El pregón de la corrida anuncia su comienzo con las recomendaciones necesarias, como las que destaca Enrique Capella en el siguiente Pregón de fiestas:

"...Se prohíbe arrempujarse

 y buscar de malas faenas

 cuando el que vaya zaguero

quiera llegar en primeras.

Tendrán cuidau los que corran

por rispeto a las mocetas

de cerrar el calzoncillo

y a tal fin muy bien sujeta

se pondrán una imperdible

en la parte delantera..."

      En Santa Eulalia de Gállego las corridas de pollos se disputaban entre la Puerta de Casa Roque y Casa Alta; cada cinco vueltas se otorgaban premios a los corredores que tocaban en primer lugar la puerta de Casa Roque.

      El prestigioso Rafael Andolz recogía en uno de sus escritos (La peña de la corrida, en Cuadernos Altoaragoneses, nº 66) el desarrollo de esta prueba: "Antes se escobaba bien porque los atletas correrían descalzos ya que las albarcas de entonces no se adaptaban bien al pie... El recorrido era de Casa de Roque a Casa de Rubiol y había que tocar ambas puertas en cada vuelta. El mérito estaba allí, en la ciaboga. Un bañador, o simplemente los calzoncillos constituían el atuendo atlético, y una manta para envolver al terminar la corrida suplía la ducha. Algunos se ponían un palito en la boca para hacer saliva, otros llevaban unas piedras en las manos para evitar su hinchazón. Otros, para lo mismo apoyaban sus puños cerrados en ambos lados del pecho".

      A principios de siglo destacaba el andarín Gaspar Vera y, en los años treinta, Antonio Bosqued, en las carreras que se disputaban para la festividad de San Roque. Siempre eran presenciadas por numeroso público.

      La corrida de Murillo de Gállego se disputaba en la festividad de San Bartolomé y eran uno de los actos más importantes de las fiestas. Según los programas, las fiestas quedaban reducidas a las funciones religiosas de costumbre y a las típicas corridas de hombres sueltos unos y puestos en sacos otros, aparte de los bailes que organizaba la gente joven y alegre. En los años veinte destacaban Gregorio Luna, Cándido Castán y Mariano Beltrán.

      En Agüero se colocaban en la meta, como era la costumbre, varios pollos que tocaban al llegar los vencedores, pero, curiosamente, los pollos no se entregaban a los vencedores, sino que se los quedaba el Ayuntamiento. Así lo relataba el corresponsal de La Correspondencia de Aragón en 1910: "Las carreras a pie muy animadas este año por haberlas honrado con su presencia el bello sexo. Para meta, en las carreras que se ha hecho mención, se colocaron varios pollos, que los corredores tocan; pues bien, estos pollos que lógicamente pensando, hay que suponer son entregados a los que ganan las corridas, ya que el nombre de estos lo indica, que se llaman del «pollo chico» y del «pollo grande», son, según costumbre tradicional, para el Ayuntamiento. Días atrás se nos dijo y al oírlo aplaudimos sin reservas, que en quien podía hacerlo existía el propósito de romper con tal costumbre y que serían entregados a los vencedores de las carreras; ignoramos la razón porque tan laudables propósitos no se han llevado a cabo...".

      Las corridas de pollos de Agüero se disputaban unas veces en la carretera y otras en la "era Patía". Se dividían en varias categorías: la "corrida do pollo pequeño", para chicos de 10 a 14 años; "a do pollo grande", hasta la edad de irse a la mili, y la "corrida a choa", en la que podían participar todos.

      En Ayerbe, entre los actos más tradicionales que siempre se han programado en las fiestas en honor a Santa Leticia, figuraban las denominadas "corridas al estilo del país", consistentes en corridas de jóvenes, niños, entalegados o de sacos y de burros. Un día se disputaban en la plaza Baja y otro en la plaza Alta, posteriormente denominadas de Castelar y de Pi Margall. En 1906 la prensa relataba el desarrollo de la corrida de los mozos de la plaza Baja, "que se hallaba rebosante de espectadores alrededor de la pista señalada para la carrera, completando tan sugestivo cuadro con una verdadera exhibición de bellezas que coronaban por completo todos los balcones de la plaza que tienen acceso a la citada plaza". Venció en esta corrida el joven Julio Sarasa.

      Numerosos corredores afamados de la región aragonesa participaron en estas carreras, anunciadas con una trompetilla por el alguacil. En los años diez y veinte destacó el labrador de la villa Marcelino Salcedo; otros corredores fueron Juan Cinto, Baltasar Ena, Lamberto Cinto, Julián Boj, Mariano Añaños, Matías Fontana, Miguel Biescas, Lorenzo Oliván, Marcelino Casas, Manuel Gracia, Enrique Arizón, Manuel Orleáns o Casiano Biescas, del vecino barrio de Fontellas, entre otros. En los años treinta acudieron los mejores corredores aragoneses: Valentín Rodellar, Bautista Peralta, Lorenzo Biela, Pedro Llera, José Hernández, Jesús Yus...

      En Biscarrués también se denominaban "corridas al estilo del país" a las corridas de mozos, de niños, de sacos y de burros con albarda suelta, que se disputaban en la espaciosa plaza Mayor. El premio, en los años veinte, como algún año en Ayerbe, Gurrea de Gállego, Bolea y en otros lugares de La Hoya, consistía de una tarta o "arra" (también denominada en otros lugares "manzana", porque la manzana fue otro de los premios característicos, junto con los pollos) y en metálico.

      También hubo interesantes carreras pedestres en Riglos, Loarre, Loscorrales, Ardisa, Bolea, Puibolea, Aniés, Plasencia del Monte, Esquedas, Lierta, Quinzano, etc.

      Algunos de los corredores más destacados de la zona fueron Nicanor Barranca, de Loarre; Justo Urroz y Lorenzo Biela, de Bolea; José Binué, de Biscarrués; Ramón Usieto, de Bentué...

BIBLIOGRAFIA

GARCIA, Celedonio y ADELL, José Antonio: El pedestrismo en Aragón. D.G.A., Zaragoza, 1987.

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La “Carrera de la cuchara” de Aínsa

La “Carrera de la cuchara” de Aínsa

Carrera pedestre de Aínsa 2006 (Foto: C. García)

Celedonio García Rodríguez y José Antonio Adell Castán

     Esta carrera tiene su origen en una leyenda ocurrida o datada en el Medioevo y se llama así por ser una cuchara de plata el premio para el vencedor.

    La leyenda dice que cuando las tropas cristianas al mando de García Jiménez, conde de Sobrarbe, vencieron a las sarracenas, gracias a la aparición de una cruz sobre una carrasca, un soldado fue corriendo desde el lugar de la batalla hasta el castillo para comunicar a la condesa la victoria. La condesa estaba comiendo y quedó tan agradecida del esfuerzo del soldado por comunicarle la noticia que, no sabiendo qué regalarle, le entregó la cuchara de plata con la que comía.

     Los más ancianos de la villa dicen haber visto desde siempre esta prueba, que se celebra el día 14 de septiembre (exaltación de la Santa Cruz) por la tarde.

     José Luis Sierra indica en un artículo publicado en el programa de fiestas del año 1979 cómo era el recorrido:

     La salida era en la caseta de la viña de Pascualillo en el monte de Guaso. Un volteo de campanas era el aviso a los participantes para que estuvieran preparados, y se partía cuando sonaba el tercer disparo de escopeta realizado desde el pueblo. Posteriormente los cohetes sustituyeron a los disparos de escopeta. Se cruzaba el Ena a vado y siguiendo el camino de La Lamera (¿L 'Alameda?) se llegaba por Siete Fuentes al Mesón Viejo y cruzando el río Ara por el puente se pasaba por el Cruce y se subía por la Costera para entrar en el pueblo por los Portales del suelo de la Villa y enfilar por la Calle Mayor para hacer el sprint final en la Plaza. Siendo el vencedor el primero que llegaba a la carrasca que cada año se plantaba en medio de la misma con motivo de las fiestas patronales.

     El premio para el vencedor era una cuchara de plata, mientras que para el segundo clasificado, cuando aún se vestía calzón, se le premiaba con un par de medias. Posteriormente este premio se sustituyó por una faja y la cuchara continuó entregándose al primero, pero ya no era de plata.

     A continuación de la corrida de la cuchara se celebraba el baile de los zapatos, concurso de jota por parejas, cuya vencedora recibiría un par de zapatos y el vencedor un sombrero. Según la leyenda los Condes de Sobrarbe, tras la victoria a los moros, organizaron Festejos con bailes y danzas y obsequiaron a los mejores danzantes con sus zapatos y sombrero.

     Para corroborar esa antigüedad de la corrida de la cuchara podemos leer los textos de la morisma del siglo pasado, y vemos que ya se hace referencia a esta competición cuando el pastor se despide de todos al final de la obra diciendo:

“...Adiós, mozos valientes

que habéis hecho la corrida

en memoria de la que hizo

Gimeno cuando venía;

adiós también bailarines

y demás que en este día

han venido a honrar estas fiestas

de la famosa conquista.

Qué contentos se irán,

unos con plata bruñida,

otros con un gran sombrero

y zapatos la heroína...”.

     Acudían a correr en esta prueba andarines de todos los pueblos del Sobrarbe. Cuentan que el que más veces ganó la misma fue un mozo de casa Gota de Palo. En su casa colgó una placa en la que decía que había ganado 12 cucharas y 2 medias.

     Actualmente el circuito ha cambiado un poco, pues la subida se hace siguiendo la carretera asfaltada de acceso al pueblo, que tiene una gran pendiente que hace sudar lo suyo a los corredores, estando el último tramo animado por los gritos de ánimo y aplausos del público. La salida se realiza cuando explota el tercer cohete.

     En el Programa de Fiestas de 1985 aparecía en plan jocoso el siguiente edicto alusivo a esta corrida:

     Nos, Garci Ximénez, Rey nuestro e siervo de Dios, os anuncio que ya cautivo e desarmado el ejército moro, grande ha de ser nuestra alegría e grande ha de ser vuestro regocijo.

     E para celebrallo os convoco a una corrida cuyo vencedor gane la cuchara de plata, con la que vuestra Reina lisonjeó a mi bizarro soldado, cuando dábale la buena nueva de nuestra celestial victoria frente al cruel sarraceno (a éll'endaremos otra, regular).

     Ansi, mes vasallos, a todos moços, maciellos, atléticas moças, crestons, feriantes, caballeros, teixidos, pelaires, capateros, bufagateras, viaxantes, carreteros, mesoneros, filibusteos, villanos y gaviones d'o país les invito a participar en la Corrida. Muitos serán los premios, e generosos, e nengún forastero d'otros condados podrá participar, sino los sarracenos convertidos (qu'una cruz en colicas debrán llevar en ixe caso), y para los que el premio será un piazo chulla.

     Es mi Real gana y la de vuestra Reina.

     Ricardo del Arco destaca esta tradición en su libro Costumbres y trajes en los Pirineos:

     Son comunes en el Pirineo aragonés las carreras de resistencia, a pie. El premio al vencedor es un par de pollos, o dinero. En Aínsa se le da una cuchara de plata, y luego viene el baile al son de la gaita. También hay carreras de entalegados que son causa de gran algazara.

Atletismo pre-federado: El Deporte popular

Atletismo pre-federado: El Deporte popular

DEPORTES Y JUEGOS TRADICIONALES

Publicado en “Cuadernos Altoaragoneses” del Diario del Altoaragón, Domingo, 2 de octubre de 1994

Corrida de la cordera en Albelda en la desaparecida Fiesta del Agua, que rememoraba la llegada del Canal de Aragón y Cataluña (Archivo Oriach)

Por José Antonio ADELL CASTÁN y Celedonio GARCÍA RODRÍGUEZ

     El año 1923 surge la Federación Aragonesa de Atletismo, aunque tardaría aún algunos años en asentarse como verdadera entidad deportiva, después de los primeros años con periodos de letargo.

     Hasta este momento, el atletismo, propiamente dicho, no existía en Aragón. Había esbozos de un incipiente deporte atlético, organizándose algunas pruebas esporádicas, y un deporte tradicional, o popular, distante, e, incluso, enfrentado con el deporte moderno y Federado porque en aquél se entregaban premios en metálico, pero que constituiría la semilla y la materia prima en los comienzos del atletismo federado.

     El deporte tradicional al que nos referimos eran las carreras pedestres (corridas de andarines, de pollos, de la cordera, la joya, de la manzana, el arra...) que se disputaban, con alguna de estas denominaciones, durante las fiestas de la práctica totalidad de los pueblos aragoneses. En menor medida, también los deportes de fuerza, como el tiro de barra, y los ocasionales saltos.

El siglo XIX

     En el siglo pasado se celebraron históricas carreras cuya importancia superaría a los posteriores Campeonatos que tendrían lugar en los primeros años de nuestro siglo. En 1882, Mariano Bielsa y Latre, conocido como Chistavín, de Berbegal, venció en la Plaza de toros de Zaragoza al italiano Aquiles Bargossi, considerado el mejor andarín del mundo.

     Esta victoria originó la aparición de numerosos andarines-corredores deseosos de alcalzar la fama de Chistavín. Muchos serían los que se enfrentarían con el de Berbegal, en competencia, con el deseo de vencerle. El 1 de enero de 1883 sería derrotado, en la Plaza de toros de Zaragoza, por José Giménez, apodado el Sevillano, de Alcalá de Gurrea, que ya había conseguido triunfos importantes y llevaba fama de gran corredor. A la semana siguiente, en una nueva carrera de desquite, Chistavín vencería al Sevillano, que todavía no había curado sus doloridos pies por haber corrido descalzo.

     Otros aspirantes a la popularidad fueron: Antonio Lainez Valenzuela, apodado Alpargatero, natural de Cariñena; Telesforo Rabadán, vecino de Cuarte de Huerva; Angel Alda, de Miedes; un joven de Ayerbe Francisco Pablo, conocido como Nonón, que había vencido en una carrera celebrada en la Plaza de toros de Huesca el 21 de enero de 1883... Chistavín y Nonón se enfrentarían en la Plaza de toros de Huesca el 18 de marzo de 1883, retirándose el de Ayerbe cuando llevaba 101 vueltas; Chistavín continuaría hasta dar las 151 estipuladas.

     El 14 de abril de 1884 Chistavín sufriría un duro traspié al ser derrotado por otro afamado aragonés, Antonio Balaguer, apodado El Rey de Andorra. Sin embargo, aquí no acabaría su larga trayectoria como "andarín" profesional que le llevaría a competir en las plazas de toros de las principales capitales españolas, y a algunas de las más importantes capitales europeas y americanas.

Los primeros Campeonatos Provinciales y Regionales

     Relacionadas con las carreras tradicionales de los pueblos en fiestas, en las grandes ciudades, donde ya han aparecido algunas sociedades deportivas y, generalmente, coincidiendo también con las fiestas patronales, se organizaban "concursos" o campeonatos a los que se intentaba dar un carácter oficial, pero sin romper con lo tradicional.

     En 1908, la Cámara de Comercio de Huesca organizó, durante las fiestas de San Lorenzo, el "Primer Campeonato Provincial de Carreras Pedestres", cuyo vencedor disfutaría, durante un año, del título de "Campeón Provincial". En las bases del Campeonato se establecían algunas normas curiosas, como que "no se admitirán inscripciones de menores de 16 años, o personas que no gocen del cabal estado de salud".

     Conjuntamente con el diploma de Campeón Provincial, para el primer clasificado, se concedía la gratificación de 50 pesetas; el segundo 25 pesetas, y el tercero 10 pesetas. Otras normas de interés eran la distancia (1.500 m.), el trayecto, la vestimenta que debían utilizar los corredores (vestirán pantalón y elástica o camiseta de punto), las faltas, penas, vigilancia, etc.

     El jurado estaba compuesto por el catedrático de Gimnasia del Instituto de Huesca, el director de La Voz de la Provincia y por el presidente de la sociedad Lawn-Tennis, entre otros.

     Los tres primeros en recorrer el itinerario, rebosante de público, fueron José Revuelta, de Robres; José Ubieto, de Bentué de Rasal, y Crispín Abadía, de Lierta, respectivamente. José Revuelta ya había obtenido 59 premios en carreras; Ubieto llevaba 70 premios ganados y Abadía contaba con 10. Los tres vencedores fueron paseados en coche.

     Al año siguiente se incrementaron los premios, y la distancia que tuvieron que recorrer fue de unos 12 kilómetros, aproximadamente. Volvió a vencer José Ubieto.

     En 1910 el título se lo adjudicó José Revuelta, seguido de Crispín Abadía y de Calixto Jiménez.

     En 1913, la carrera pasó a tener categoría de Campeonato Regional. Fue presenciada por numeroso gentío, "entre ellos numerosos forasteros amantes de este clásico deporte". El vencedor fue Máximo Alamán, de Villamayor; seguido de Manuel Mercadal, de Blesa, y de José Revuelta, de Robres.

     Posteriormente, la carrera perdería el rango de campeonato, aunque los sustanciosos premios siguieron atrayendo a los mejores corredores de la época. En 1915 y 1916 el vencedor fue Alejandro Armillas, de Salillas.

Otras pruebas atléticas

     En las fiestas del Pilar de Zaragoza también se organizaban carreras similares, aunque carecían de la condición de Campeonato expresado en las de Huesca.

     En 1905 y 1906, entre los festejos organizados por el Comercio, figuraba una carrera de andarines o carrera a pie. El recorrido era dar una vuelta completa a la ciudad por la Ronda (unos 4.500 m. aproximadamente). Había que pagar una peseta por derechos de matrícula, que se devolvía al corredor que tomaba parte en la carrera. Los premios eran de 125, 75 y 50 pesetas. El número de inscripción se colocaba en el brazo derecho. También había una segunda carrera para jóvenes de 13 a 15 años, inclusive, y con premios de 50, 25 y 10 pesetas.

     En 1905 la carrera supuso un acontecimiento extraordinario, concentrándose nunerosos espectadores en el Campo del Sepulcro para recibir con estruendosos aplausos a los vencedores: el primero en llegar fue Rafael Oliver Bardají, natural de Moneva; seguido de Blas Pérez Navarro, de Mezalocha, y de Juan Obón Burillo, de Muniesa. Los "andarines" iban acompañados por la guardia municipal y ciclistas que apartaban todos los obstáculos que se presentasen.

     Otras veces se celebraban pruebas con motivo de diferentes acontecimientos. En 1908 se programó un festival de Sports con motivo del Centenario de los Sitios. Las pruebas atléticas se limitaron a una carrera a pie, con premios de 25, 15 y 10 pesetas (venció Sebastián Ruíz, seguido de Ramón Calavia y de Pascual Castillo), y a otra regional de niños a pie con obstáculos.

     Algunas de las carreras pedestres organizadas en los primeros años del siglo, en Zaragoza, estuvieron dominadas por corredores de Villamayor, fundamentalmente por Máximo Alamán, el que fuera vencedor de la celebrada en 1913 en Huesca. En 1911, él obtendría el primer premio, seguido de Dámaso Fernández, también de Villamayor, y por León Tomás.

     Este mismo año, en diciembre, aparecía en los diarios un reto lanzado por Mariano Hernández Soria, apodado Pelán, natural de Paniza. El reto consistía en una corrida de 10 kilómetros, en carretera, a cualquier corredor de las tres provincias de Aragón que lo aceptase; se jugaba de cien a doscientas pesetas.

     Los desafíos serían otra de las maneras más comunes de disputar un premio en metálico. Fueron abundantes y algunos tan famosos como la hazaña de Jenaro, que a mediados del siglo pasado desafió a un jinete veloz en correr en menos tiempo la distancia que mediaba entre la zaragozana puerta del Portillo y la Venta de los Caballos, situada en la carretera de Madrid.

     Jenaro ganó de sobras la apuesta, haciendo los 22 kilómetros, de ida y vuelta, en menos de hora y media.

Próxima la década de los años veinte, con la aparición de las sociedades deportivas y de las Federaciones, comienza a desarrollarse una nueva concepción o forma de enterder el deporte, antagonista con el tradicional, cuyos vencedores recibían premios en metálico. Se potencia el deporte amateur y los premios consistentes en copas, medallas o regalos, negando la participación en las pruebas que organizan a personas consideradas "profesionales".

Carreras de caballos

Carreras de caballos

DEPORTES Y JUEGOS TRADICIONALES 

Publicado en “Cuadernos Altoaragoneses” del Diario del Altoaragón, Domingo, 18 de febrero de 1996

Carreras de San Antón  

Por José Antonio ADELL y Celedonio GARCÍA 

     En una clasificación de los deportes que se practicaban en España, elaborada por la Comisión Organizadora del Primer Congreso Nacional de Deportes, celebrado durante el mes de agosto de 1924 enZaragoza, se incluía el hipismo, junto con el polo, el golf y el tennis, en la sección de “Deportes Aristocráticos”.

     Podríamos pensar que el hipismo agruparía a todos los deportes practicados con solípedos, es decir, también con los simpáticos e “innobles” asnos y con los mulos, muy utilizados en prácticas deportivo-jocosas de las fiestas, pero no era así. Lógicamente, el deporte aristocrático estaba relacionado con la utilización del caballo para jugar al polo, en pruebas de saltos yen las carreras.

EL CÍRCULO HÍPICO

     A mediados de 1887 se creó en Zaragoza un Círculo Hípico, del cual formaban parte los mejores caballistas de Aragón y cuya presidencia honoraria se ofreció al Excmo. Sr. Duque de Fernán-Núñez. El principal objetivo de los asociados era el fomento de la cría caballar.

     Al poco tiempo, en septiembre de 1887, a instancias de la Junta de Festejos de Zaragoza, el señor Vizconde de lrueste daba contestación a un escrito que se le había dirigido en relación con la conveniencia de fomentar en Zaragoza la afición de las carreras de caballos, debido al desarrollo que en esta época estaban adquiriendo esta clase de espectáculos.

     La carta del Vizconde iba acompañada de un plano para la construcción de un hipódromo, provisional y económico, dado el poco tiempo que quedaba para la época festiva. El Vizconde señalaba que se podrían organizar este año carreras de caballos con carácter de ensayo, y que si se pagaban los premios con regularidad, los “correristas” volverían en años sucesivos y llegarían a considerar las carreras de Zaragoza de manera permanente en la época de fiestas.

    También reflexionaba sobre la necesidad de establecer un gran premio internacional, detallando los motivos e incluyendo un presupuesto calculado.

     Un mes más tarde, en octubre y coincidiendo con las fiestas del Pilar, se celebrarían con gran éxito las carreras de caballos, calificadas como “género nuevo de sport en Zaragoza”.

     El hipódromo se instaló a ocho kilómetros y medio de la capital, en la explanada de San Gregorio, próxima a la carretera de Huesca, Allí concurrió todo lo más selecto y distinguido de la sociedad zaragozana. Los tranvías del Arrabal, los ómnibus y los coches iban repletos, y la carretera parecía un hormiguero. También se pusieron trenes especiales hasta la estación de San Juan de Mozarrifar, a la que llegaban los viajeros maltrechos y estrujados.

     Las carreras se disputaron en dos días y en ellas no faltó el clásico kiosco de apuestas. El primer día se celebraron cinco carreras. La primera, para caballos de la tierra o del país, en la que venció el caballo favorito, con nombre de Lucero, propiedad de Casaus (de Tauste). La segunda, de caballos angla-árabes, con un recorrido de 1.500 metros. La tercera, de caballos del Ejército, que debían recorrer 2.500 metros. La cuarta, para potros y potrancas y una distancia de 1.000 metros. Y la quinta; para todo género de caballos enteros y capones y yeguas de tres años en adelante de cualquier raza, teniendo que recorrer una distancia de 2.400 metros.

     El segundo día hubo otras cin­co carreras. La primera, de velocidad, para potros nacidos en España. La segunda, militar, con un recorrido de 1.500 metros. La tercera era la carrera más importante, el Gran Premio de 2.500 pesetas y 3.000 pesetas. La cuarta, hándicap para todo género de caballos montados por getltleman rides u oficiales, de 1.200 metros, Y la quinta, hándicap para todo género de eabal1os y yeguas que habiendo corrido en la reunión no alcanzaron premio alguno, con un recorrido de 1.300 metros.

     El éxito obtenido no aseguró la continuidad de este espectáculo deportivo, pese a que desde la prensa, se oían algunas voces reclamando concursos hípicos, citando a dos sociedades perfectamente constituidas y asentadas en Zaragoza que podrían tomar la iniciativa de organizarlas: la Asociación de Tiro Nacional y el Comité de la Federación Gimnástica. También, en la prensa aparecían proyectos de dónde y cómo organizarlos.

     En Zaragoza había bastantes aficionados a la equitación y cuatro regimientos montados que podían dar gran contingente de concursantes. En agosto de 1904 surgió la Sociedad Hípica Aragonesa, Este mismo año, en el programa de Fiestas del Pilar de la capital aragonesa aparecía un “espectáculo nuevo”, el “Concurso Hípico Cívico-Militar” que se celebraría en el hipódromo instalado en la Huerta de Santa Engracia. Pruebas de esta índole ya habían tenido lugar en otras capitales españolas; durante todo el mes de septiembre se había celebrado un concurso hípico internacional en San Sebastián que, ade­más, había contado con la presencia de lo Reyes.

     A principios de 1910,la pujante Sociedad Hípica, que llevaba poco tiempo constituida, contaba con locales con todo lulo de confort para fiestas, en las que se daba cita lo más distinguido de la capital. La nueva sociedad también había adquirido terrenos para tiro de pichón, celebrar matchs de lawn-tennis, dar fiestas de campo (garden-party) y otros proyectos, todos ellos encaminados, según se decía, “a estimular el elemento joven para animarle a recrearse a pleno aire, como lo hacen los modernos y grandes pueblos”.

CARRERAS DE CINTAS

     Las carreras a caballo fueron competiciones habituales en determinados eventos, como las celebradas en Monzón en 1585 con motivo de las Cortes del Reino, presididas por Felipe 11, y coincidiendo con las ferias de San Mateo. El premio fue una pieza de tafetín, sombrero y espada.

     La mayoría de estas Carreras se disputaban durante la celebración de fiestas o ferias, como en Almudévar (1906), Alcolea (1929), en Zuera (1917), en La Portalada o en Yebra de Basa para San Antón).

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LAS CARRERAS PEDESTRES EN ARAGÓN

LAS CARRERAS PEDESTRES EN ARAGÓN

García - Adell

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Celedonio García Rodríguez y José Antonio Adell Castán
(Autores del libro: El pedestrismo en Aragón. DGA, Zaragoza, 1987) 

Las carreras pedestres o de pollos, propiamente dichas, tenían como ámbito la Comunidad Autónoma de Aragón y zonas limítrofes o en contacto con la misma.

Dentro de las múltiples facetas del deporte o juego rural aragonés podemos encuadrar las carreras a pie. Como dice la propia palabra (del latín pedes = pie) sería la acción realizada por los pies, y por extensión por las piernas y por todo el cuerpo, consistente en resistir durante mucho tiempo la carrera o la marcha a pie o cubrir determinadas distancias en el menor tiempo posible o en competencia con otros corredores.

Con esta definición no podemos distinguir muy bien la diferencia entre las pruebas atléticas, celebradas en todo el mundo, y las carreras pedestres aragonesas. Esas diferencias están en la propia prueba, en el ambiente, en el premio, y en otras connotaciones.

Las manifestaciones del pedestrismo en nuestra Comunidad Autónoma tienen unas características tan especiales que no encontramos en toda el área mediterránea.

La Gran Enciclopedia Aragonesa habla de las carreras pedestres, como “pruebas populares que han tenido un gran desarrollo en Aragón y País Vasco. Antaño el corredor aragonés, en calzón y peducos, e incluso a uñeta y descamisau (descalzo y en ropa interior), compite sin preparación atlética, más por pique de los mozos que por apuesta” (1)

Antonio Beltrán dice, refiriéndose a las corridas de pollos que “las actividades deportivas y lúdicas, en lo popular, se asocian con la competición, en la que lo más importante no es alcanzar un tope determinado, sino triunfar sobre los competidores. Aparte de otros deportes, las carreras con pollos como premio son una de las escasas actividades de tipo atlético que se han repetido en Aragón, donde el duro trabajo físico en el campo, no plantea la actividad como una meta, salvo para demostrar la fuerza, potencia o velocidad” (2).

En un trabajo publicado en la revista Argensola del Instituto de Estudios Altoaragoneses definíamos las carreras pedestres o corridas de pollos como “consistentes en una prueba a pie en la que participaban varios corredores. los cuales intentaban ganar un premio” (3).

En el programa de los “III Juegos Altoaragoneses”, celebrados en Huesca en el año 1981, se comenta que un premio muy generalizado en todo Aragón en este tipo de pruebas eran pollos, tres para el vencedor, dos para el segundo clasificado y uno para el tercero, “por lo que se conoce este tipo de deporte en numerosas localidades como corridas de pollos” (4).

En el programa de los “I Juegos Deportivos Tradicionales del Alto Aragón”, organizado por el Consejo Superior de Deportes y la Diputación Provincial, al hablar de las carreras pedrestres (así aparece escrito al igual que en algunos programas de fiestas) se distingue entre la corrida de pollos y la de andarines. Sobre esta última se comenta que se prohíbe correr, existiendo un paralelismo con la marcha atlética, lo cual rompe la tradición, pues no conocemos que en Aragón existiera esta prueba en nuestro deporte tradicional (5).

Asimismo, aparecen las corridas de pollos o pedestres en muchos programas de fiestas o, también, en otras manifestaciones como los “Juegos del Jiloca”, los “Juegos de la Litera” o los “Juegos Tradicionales Aragoneses” celebrados en Huesca el día de San Jorge del año 1985 (6).

También podemos encontrar este tipo de pruebas en otras Comunidades Autónomas, pero con un matiz muy diferente. En el País Vasco y norte de Navarra se desarrollan las mismas dentro del deporte rural vasco (los korrikolaris).

En el resto de España encontramos tímidamente este tipo de manifestaciones. Así, en algunos pueblos de León se corre la rosca, que era un mazapán grande de huevos, harina y azúcar. Correr la rosca era una prueba muy rápida, que no solía llegar al medio kilómetro. En Galicia existía la carreira de la fogaza de parecido matiz. Son pruebas rituales de marcada huella ancestral (7).

En algunos lugares de Hispanoamérica también se celebran estas carreras practicadas en nuestro país, llevadas, sin duda, por las gentes que en los siglos pasados marcharon al Nuevo Continente.

En el Diccionario de la Real Academia se define la carrera como la fiesta de parejas o apuestas que se hacen a pie o a caballo para diversión o para probar la ligereza. Otras acepciones son “pugna de velocidad entre personas que corren; paso rápido del hombre o animal para trasladarse de un lugar a otro; etc.” (8).

Por otra parte, el atletismo como deporte federado ha desplazado o sustituido estas ancestrales pruebas al introducirse con gran fuerza en los medios de comunicación social. En los pueblos se adaptan a lo que se hace en otras partes del mundo: carreras populares, millas urbanas, cross, etc. Con ello se pierden las pruebas autóctonas.

Como pruebas no encuadradas dentro del ámbito federado, pero con carácter tradicional encontramos únicamente las que se desarrollan en la zona vasco-navarra y aragonesa. Las pruebas pedestres del País Vasco tienen un matiz diferencial de las aragonesas. En aquellas juega un papel importante la apuesta y en Aragón la carrera se desarrolla por pique o por competición lúdico-festiva.

Los korrikolaris vascos están dotados de una tremenda resistencia, puesto que recorren distancias muy largas. Algunos destacados atletas como Mariano Haro han participado en varias de estas pruebas, batiendo records establecidos (plaza de toros de Tolosa).

Aragón

Dentro de nuestra Comunidad Autónoma existían diferencias entre las competiciones pedestres de una u otra zona, comarca o pueblo.

En los valles pirenaicos se celebraban las carreras en los alrededores del pueblo, con meta en la plaza mayor o calle principal. El premio era una rosca, tarta que tenía esta forma. Por esta razón se le llamaba carrera de la rosca.

En la Hoya de Huesca la denominación era de carreras al estilo del país. La distancia era corta y se realizaba tras la comida.

En las comarcas de Los Monegros, Cinca y La Litera la prueba se celebraba en alguna era del pueblo, dando varias vueltas a la misma hasta completar 10 o 12 Km., mientras la banda tocaba en el centro del redondel y el público seguía con gran interés las evoluciones de los esforzados corredores.

En Zaragoza, Barbastro, Calatayud, Huesca, Albalate del Arzobispo, Calanda, etc., el redondel de la disputa pedestre era la plaza de toros y el encargado de organizarla el empresario que sacaba sus beneficios al cobrar entrada al público que acudía a la misma.

En el Bajo Aragón se conoce a estas pruebas con el nombre de corridas de peatones, siendo los premios pollos. Todavía en los programas de fiestas de la posguerra aparece esta acepción; así, en el de Samper de Calanda del año 1939 se anuncia para el día 6 de agosto que a las cinco de la tarde habrá “gran corrida de peatones, que partirá de la Plaza de España hasta el camino de Zafranar, dando dos vueltas al mismo trayecto, con los premios siguientes: primero, tres hermosos pollos; segundo, dos hermosos pollos; tercero, un hermoso pollo” (9).

En la ribera del Jalón se hallaban muy extendidas las corridas de pollos, y aún gozan de enorme interés. Se realizan en circuitos extremadamente cortos (Chodes) dando muchas vueltas. En algunos puntos de la zona, en los años 20 y 30, estas competiciones se conocían con el nombre de corridas de peones, tal como consta en el programa de fiestas de Calatorao del año 1928 en honor al Santísimo Cristo (10).

En la ribera del Jiloca se mantiene la genérica denominación de carrera de pollos o corrida de pollos, haciendo referencia al premio. La prueba transcurría por la carretera o camino principal que pasaba por la localidad.

Cuando, poco a poco, los premios de los clásicos pollos se cambiaron por premios en metálico, a la antigua denominación le sustituyó la de carrera pedestre, que es la que se ha mantenido hasta la actualidad; aunque aún en algunos lugares se conservan otros nombres: “carrera de la cuchara” en Aínsa, “carrera de la joya” en Mallén, etc.

Podemos decir que prácticamente todas las ciudades, villas y lugares de Aragón programaban en el día del patrón o en los días de la fiesta mayor la carrera, que era el acto profano más esperado y el que más interés suscitaba.

Las comarcas donde más ha perdurado la afición a las carreras a pie han sido las altoaragonesas de los Monegros, Cinca y Litera; las zaragozanas de las riberas del Ebro, Jalón y Campo de Calatayud, y el Bajo Aragón turolense. Su desaparición es inminente en la zona pirenaica, Cinco Villas, los Campos de Borja y Tarazona y las comarcas del Sur y Oeste turolense.

Coincide que en las mismas comarcas donde más se ha desarrollado es donde otros deportes autóctonos, como el tiro de barra, han tenido sus mayores centros de atención e interés.

Con la creación de la Federación Aragonesa de Atletismo y la formación de clubes federados, las carreras pedestres desaparecían de las ciudades aragonesas,-reduciéndose a los núcleos rurales. A pesar de ello, algunos barrios de Zaragoza, Calatayud o Huesca, se siguieron programando actos de este tipo.

Aunque, en los años de la República y más tarde en los años de la posguerra, la Federación sancionaba a los atletas que participaban en las competiciones pedestres aragonesas. En la prensa del día 9 de julio de 1933 la Federación Aragonesa de Atletismo hacía público el siguiente comunicado:

“Habiendo comprobado la Federación Aragonesa de Atletismo las denuncias contra determinados atletas, por haber participado en pruebas no autorizadas por esta Federación, en las que se otorgaron premios en metálico y deseando por otra parte hacer una enérgica depuración entre sus atletas, se acuerda descalificar hasta el día 15 de octubre del corriente año a Don Francisco Pardos, Don Alfredo Martínez y Don Joaquín Callao, y en caso de reincidencia, a perpetuidad” (11).

En varios periódicos de fecha 8 de septiembre de 1950 se daba cuenta de otros acuerdos de la Federación contra los corredores que participaban en estas pruebas y que eran los más destacados del fondo español:

“El 31 de agosto se tomaron acuerdos por la Federación Española de Atletismo en los que según informe elevado por la Federación Aragonesa, que vienen a sumarse a otros hechos anteriormente, el Comité Directivo se pronunció por unanimidad, por considerar a los atletas denunciados como profesionales: Baldomá, Coll, Sierra, Rojo, Yebra y Losada” (12).

Esta sanción se debe a la participación de estos corredores en la prueba pedestre de Calanda, celebrada el día 13 de agosto de este año, en la que el vencedor tenía como premio una “yegua preñada por un semental del estado”.

Ello provocó que en los años de la posguerra los periódicos no comentaran, en los artículos de corresponsales, las carreras de las fiestas de los pueblos; se procuraba no dar publicidad a las pruebas para que no existieran sanciones. Claro está que a veces la Federación tenía que levantar las sanciones ante compromisos importantes de la selección, tal como ocurrió con José Molins, de Sabadell, en los años sesenta.

Ahora, que los atletas destacados cobran cantidades desorbitadas en las reuniones o meetings, por conceptos publicitarios, por records, etc., este problema ya no existe y la actitud de la Federación es de benevolencia con estas pruebas. Así, en la carrera celebrada en el barrio zaragozano de Las Fuentes, en agosto del año 1985, varios directivos estuvieron viendo y animando la prueba.

Cataluña

Estas competiciones se desarrollaron fundamentalmente en algunas de las comarcas limítrofes con Aragón, aunque se han perdido más rápidamente que en nuestra tierra. En la provincia de Lérida son escasas las poblaciones que conservan la tradición; hace algunos años muchos pueblos del Segriá y Les Garrigues sentían gran interés por estas competiciones.

En los valles pirenaicos catalanes se celebran unas carreras rituales que se llaman fallas. Julio Caro Baroja dice que “en Durro (valle de Bohí) corren las fallas el día de San Quírico, o sea, el 13 de junio, pero las coplas que cantan con aquella ocasión, que es la de la fiesta mayor del pueblo, expresan que antes se cardan por San Juan” (13). Estas fallas se corrían también en Isabarre (valle de Aneo), Pauls (valle del Flenisell), Les (valle de Arán) y Sarroca de Bellera.

Violant y Simorra comenta también estas carreras rituales (14). Nos extenderemos en las mismas en el capítulo dedicado al Sobrarbe, pues hay una tradición semejante en San Juan de Plan.

En Ager (comarca de, la Noguera) era típico correr lo cós. Ceferí Rocafort dice “lo primer que arriba ahont hi han los premis que sol ésser la plar;a, toca la cordera (ler premi) y ha guanyat lo cós. lo segon que toca los pollastres (2an premi) guanya lo sotacós y lo tercer ja no se presenta a recullir lo premi que consisteix en una ceba. En alguns pobles fan lo cós d’anada y vinguda” (el primero que llega donde están los premios, que suele ser la plaza, toca la cordera y ha ganado el cós, el segundo que toca los pollos gana el solacós y el tercero ya no se presenta a recoger el premio que consiste en una cebolla. En algunos pueblos hacen el cós de ida y vuelta) (15).

En la comarca del Segriá casi todos los pueblos solían celebrar la carrera pedestre en su fiesta mayor. Cuando adquirieron mayor auge fue en los años anteriores y posteriores a la guerra civil. En el libro Almacelles, visió d’un poble se comenta que el premio al vencedor de la prueba era un cordero (16). Posteriormente, al igual que en otras localidades, el premio pasó a ser en metálico. Hasta hace algunos años en Cubells aún se daba un cordero al vencedor. En Almenar la carrera se celebraba en las fiestas del barrio de San Roque, en el mes de agosto. En Alpicat, Alguaire, Roselló y Alcarras también existía una gran afición a estos festejos.

La árida comarca de Las Garrigas era sede de muchas de estas competiciones. En Borjas Blancas se corría alrededor de un estanque, en La Granadella en la plaza de la localidad y en Arbeca por las calles. En los últimos años en Arbeca se daba un cordero para el vencedor y un jamón para el segundo y tercer clasificado.

En la provincia de Tarragona las comarcas de la Cataluña del Ebro son las que programaban este tipo de pruebas de gran arraigo y tradición. Curioso es observar como las localidades ribereñas del Ebro han tenido pruebas de características semejantes en Navarra, Aragón y Cataluña.

En la comarca de la Ribera d’Ebre el premio era un pollo para el primero, un conejo para el segundo y la cebolla para el tercero. El alguacil, u otra persona de la población, llevaba colgados en un bieldo los tres premios. Esta persona se situaba en un lugar, siempre el mismo, y allí se daba la salida y la llegada, en la que había que tocar dicho bieldo.

En la Terra Alta se realizaban carreras casi todos los días de la fiesta, en el primero para los forasteros, el segundo para los del pueblo y el tercero para los niños. A veces se realizaban dos pruebas: una dentro de la localidad y otra en el campo de fútbol.

En el Baix Ebre era popular la Cursa Venlurera de Torlosa, llamada así porque participar en la misma era una aventura. Se desarrollaba en las fiestas septembrinas y contaba con muchos participantes.

Destacados corredores saldrían de estos lugares: Florensa, de Corbíns, que un año ganó un ternero en Alcarrás y que estuvo corriendo en Francia en los años anteriores a la guerra civil; Baldomá, de Roselló, destacado fondista a nivel nacional; Serra, de Ascó; Norbert Ricart Barberela, de Cherta; Manuel Bellmunt, de Arbeca y Espinós, de Benifallet. De Lérida era Luis García, que tantas carreras llegó a ganar por tierras catalanas y aragonesas.

La realidad es que existió una gran rivalidad entre los corredores catalanes y aragoneses, que estuvieron en la mayor parte de las veces en los primeros puestos del fondo nacional.

En muchos pueblos aragoneses aún recuerdan a Tapias (años 20), Rojo, Andreu, Coll y Miranda (posguerra), Molins, Pro y Faro (años 60), grandes corredores catalanes que participaron en muchas pruebas dejando un buen sabor por su resistencia y preparación.

El Maestrazgo de Castellón

Las localidades celebraban las corridas de pollos en sus fiestas patronales con mucha expectación. Así, en Palanques -els Ports - la salida la daba el alguacil desde un punto próximo a la población, estando la meta en la plaza, donde colgaban los animales en un bieldo. El festejo tenía lugar el día de los patrones San Cosme y San Damián, tras la misa mayor.

En Villafranca del Cid se corría en la Plaza de Toros; aún se recuerdan en la localidad las gestas del Maló. Esto era para la fiesta del 8 de septiembre.

El Valencia y Alicante también se daban, en algunos pueblos, pollos a los ganadores de las carreras a pie. Amorós, destacado atleta nacional en los años de la posguerra, nació en Caudé (Albacete) y su primer premio fue un pollo. Ello nos da pie a pensar que también en esta provincia, por influencias de los valencianos, existiese esta costumbre. Más tarde a las pruebas pedestres, organizadas en las fiestas valencianas, se les llamará “Volta a Peu”.

Molina de Aragón

En los pueblos próximos a Molina de Aragón, limítrofes con nuestra Comunidad, también tenían lugar las carreras de pollos con características semejantes a la zona aragonesa, aunque terminarían perdiéndose por completo. En La Yunta era típica esta prueba con un pollo como premio. Aunque la carrera se dejó de celebrar, el lugar tiene el orgullo de ser la cuna de Amado Hernández, gran corredor pedestre en tierras de Aragón y destacado maratoniano a nivel nacional.

Típico de esta zona era la carrera de la espaldilla que se desarrollaba en los pueblos pequeños durante las bodas. Al salir de misa el novio aguantaba una espaldilla fuertemente con su mano. Los mozos invitados a la boda debían tomar velocidad para llegar hasta donde estaba el novio y dar un fuerte manotazo para llevársela. Lo realizaban de uno en uno y si no se conseguía lo podían volver a intentar cuando les tocara otra vez el turno.

En Alcoroches se llamaba correr la espaldera. Se realizaba el día de la boda por la tarde y mientras los mozos se quedaban con el novio, las mozas iban a correr la torta. La madrína y la novia aguantaban una torta cada una y las invitadas corrían a besar a ambas de dos en dos. A las últimas que corrían se les daba la torta. Después se bailaba la jota, que la iniciaban la madrína y la novia con su padre, que era el único hombre que asistía al festejo. Finalizada la danza se comían las tortas.

En Checa y Traid se corría también la espaldilla, mientras que en Piqueras, para la Virgen del Rosario, se corría una prueba de dos kilómetros, dándose al vencedor dicho premio.

En Traid y Alcoroches se baila el pollo al acabar el último baile, dando vueltas por el pueblo y con una música similar a la de las carreras aragonesas.

Ribera del Ebro navarra

En la localidad de Cortés era costumbre realizar la prueba el segundo o tercer día de las fiestas de San Miguel a las 9 de la mañana, para a continuación celebrar la carrera de entalegados. En la prueba pedestre los premios eran en metálico y en la de entalegados se daba un pollo al vencedor. Esto era en los años 30.

En Buñuel, en la fiesta de Santa Ana, en el año 1904, se disputó la tradicional joya o carrera de jóvenes a las seis de la mañana, venciendo un joven de Murchante (17).

Esta prueba de la joya era típica de otras localidades como la navarra de Fustiñana o la aragonesa de Mallén, donde aún se conserva. Corella y Fitero eran dos poblaciones en las que en los años de la República se daban premios en metálico a los vencedores.

Cuenca

Juan Manuel de la Fuente Saiz en su tesina de INEF (Madríd) Un estudio sobre juegos populares y deportes tradicionales en la provincia de Cuenca dice que, aunque en los pueblos de la provincia no proliferan las pruebas pedestres, solían existir dos tipos de pruebas: la joya y las carreras pedestres.

La joya constaba de tres series y en cada serie se corría a ida y vuelta por los caminos o calles de los pueblos, recorriendo una distancia aproximada de un kilómetro. Entre serie y serie se daban 10 minutos para descansar y reponer fuerzas, iniciándose nuevamente la prueba. Los participantes debían ir vestidos en calzón largo, camisa y sin calzado, declarándose ganador el corredor que vencía en dos de las tres series. Se realizaba esta prueba en la zona de la Sierra.

Las carreras pedestres venían a ser una prueba de campo a través sobre una distancia que oscilaba de 5 a 9 kilómetros entre ida y vuelta. Había dos jueces: uno en el punto de salida y otro donde se daba la vuelta. Se realizaba en muchos pueblos de la provincia.

Soria

Gloria Delso Marrón en su tesina sobre los Juegos de la provincia de Soria (INEF. Madrid, 1982) dice que la provincia ha carecido de buenos andarines; pero se celebran algunos concursos en las fiestas patronales. El ganador de la prueba tiene algún dinero donado por el Ayuntamiento.

En el diario La Voz de Soria se encuentra referencia a estas carreras en pueblos como Almenar, en sus fiestas en honor al Cautivo, de fecha variables; el Royo, en sus fiestas en honor a la Virgen y San Roque; en Beratón, en honor de San Roque y en Arcos de Jalón, en honor al Cristo de la Buena Muerte.

Variedades

En el pedestrismo aragonés podemos distinguir diferentes variedades, según la época o lugar de celebración de estas pruebas.

a) Carreras de hombres a pies descalzos, tal como aparece en el programa de fiestas de Barbastro de 1890 (18).

b) Carreras al estilo del pais, tal como se celebraba en Huesca y pueblos de la Hoya o del Gállego Medio. En el programa de las fiestas de Huesca en honor de San Lorenzo de 1903 aparece la siguiente reseña: “Día 22: A las cinco, carreras al estilo del país; segunda, de sacos, y tercera, de burros montados los jinetes mirando a la cola. Habrá tres premios en cada una de ellas, de 15, 10 y 5 pesetas; amenizarán el espectáculo los danzantes y la rondalla La Montañesa” (19).

Generalmente, la carrera al estilo del país solía ser una prueba pedestre de corta distancia.

c) Carreras de peatones, típicas del Bajo Aragón y de la zona de Belchite, a principios de siglo.

d) Carrera de peones, en la zona del Jalón, a principios de siglo: Epila, Lumpiaque, Calatorao, Morata de Jalón...

e) Carrera de pollos o gallos, expresión más conocida en todo Aragón. Lo normal era que los pollos estuvieran colgados en un bieldo u horca, sostenida por el alguacil y se colocaban en la línea de meta, siendo el premio para los primeros clasificados; de ahí el nombre. Normalmente se daban tres pollos al primero, dos al segundo y uno al tercero, aunque no siempre era así. También se colgaba en el bieldo una cebolla que se daba al último, según lugares. De aquí también viene el nombre de polleradas, polleras o simplemente pollos, empleado en el argot de los corredores.

t) Carrera de corderos. En Binéfar, Monzón, Fraga y otros pueblos de la comarca literano-cinqueña, el premio era un cordero y así se denominaba a la misma.

g) Carrera de la joya, típica de la ribera alta del Ebro: MalIén, Gallur, etc.

h) Carrera de la cuchara, exclusiva de Aínsa, llamada así por ser el premio una cuchara de plata.

i) Carrera de la rosca, que se desarrollaba en los valles pirenaicos y en el Gállego Medio y La Violada. El premio para el vencedor era una rosca o tara, tarta bien preparada y adornada. En la comarca ribagorzana se disputaba esta prueba en las bodas.

j) Corrida del arra, practicada a principios de siglo, con las mismas características que la de la rosca. Así aparece en el programa de festejos de Gurrea de Gállego del año 1905.

k) Carrera de forasteros. Tiene dos acepciones. Una se refiere a las pruebas que se realizaban, tras la guerra civil, en la que todos los participantes venían de fuera. Otra hace referencia a las carreras que realizaban los forasteros siendo perseguidos por los del lugar cuando organizaban alguna trifulca en el baile. Generalmente esto ocurría en los pueblos cercanos y rivales.

1) Calzoncillada, característica de la zona del Serrablo y de la Hoya, y con infinidad de variantes. Llamada así porque se corría en calzoncillos. Aún en la actualidad se realiza esta prueba en algunas fiestas. En Sabiñánigo, en las fiestas de Santiago, los participantes deben quedarse en calzoncillos y echar a correr una vez dada la salida. En algunos pueblos o ciudades del llano también se desarrollan estas pruebas. En Monzón, en las fiestas de San Mateo, la misma se anuncia en carteles en los que dice: “23 de septiembre 1984, 8 de la mañana: Clásica Calzoncillada y Calzanada. Inscripciones: en los locales de la Peña La Lífara, todos los días de 8 a 9 de la tarde y antes de la salida. Condición: llevar el calzoncillo mariano, calzón o la enagua. Se premiará el más original y el más sucio, habrá premios para más cosas, claro. Puntualizamos: no presentarse en slips, ni bañador, ni bragas ni cosas por el estilo. Salida de la Plaza Mayor. Lo importante no es ganar, sino participar y pasarlo bien. Organiza: La Lifara”.

La Peña Los Marinos de Zaragoza organizó en las fiestas del Pilar de 1985 una calzoncillada en su primer año de funcionamiento.

Normalmente esta prueba se realiza a altas horas de la madrugada y en algunos lugares se exige para participar haber ingerido alguna bebida alcohólica. Estas pruebas son casi todas recientes y han surgido como una copia de las carreras pedestres de antaño, en las que se corría en calzones. La diferencia está en que antaño se corría durante el día y la prueba era seria y actualmente es un momento de divertimento y regocijo general.

11) Corrida de fallas. Practicadas en algunos valles pirenaicos en la noche de San Juan.

m) Correr una manzana. En algunos lugares éste era el premio honorífico al vencedor. Se dice que en Loarre no se ponían de acuerdo para elegir alcalde; se tiró una manzana calle abajo para que el que se la comiera saliese elegido. Los mozos echaron a correr tras ella, pero al final una tocina que pasaba por el lugar se la comió ante el asombro de los lugareños. La tocina fue nombrada alcaldesa.

El programa de fiestas de Sesa de 1908 dice que se correrá la manzana. Sabemos también de esta misma costumbre en los barrios de Tamarite y Almudévar.

n) Carrera pedestre con premios en metálico. Poco a poco los pollos, corderos, roscas..., son sustituidos por los premios en metálico a los primeros clasificados.

ñ) Corrida terrestre, llamada así en la zona de los Monegros.

o) Carreras de andarines, tal como aparece en el Heraldo de Aragón del año 1913 comentando las fiestas laurentinas oscenses: “Se ha celebrado la carrera regional de andarines. Las carreras fueron presenciadas por numeroso público” (20).

Matizaciones

Dentro de las carreras de pollos hay diferentes acepciones, como hemos podido apreciar. Podríamos hablar también de la carrera de pollos que se realizaba en Loscos (Teruel), donde se soltaban los pollos en una ladera y había que cogerlos corriendo por la misma.

En Montalbán fue costumbre enterrar un gallo quedándole la cabeza fuera y un niño con los ojos vendados y con una espada le debía cortar el cuello de un tajo. Vemos aquí un espectáculo muy cruento, que terminó siendo suprimido.

Caro Baroja dice que una corrida típica del tiempo de Carnaval era la de gallos. El niño o joven que lo mataba era proclamado rey de gallos. También se corrían gansos, siendo colgados por las patas en una soga y los concursantes a caballo procuraban cortarles la cabeza de un tajo. En el siglo XVII se corren perros y gatos por carnestolendas. Los gatos se colgaban de una cuerda y los que corrían lo hacían con los brazos desnudos y a puñetazos, mientras el gato se defendía arañando les. Poco a poco estos desagradables espectáculos fueron desapareciendo.

Caro Baroja, en el mismo trabajo, también comenta: “¿Qué decir de la palabra corrida? Trataron los escritores religiosos de la corrida del tiempo o del tiempo en términos profundos. Pero en el habla vulgar lo más común ha sido utilizar la palabra corrida para aludir a ciertos festejos en que los animales han sido las constantes victimas” (21).

Sin embargo, la corrida de pollos, entendida como carrera pedestre, no tiene al pollo como víctima, puesto que sólo se regala como premio, lo cual sublima a este animal.

Carreras con objetos

En determinadas ocasiones la carrera se convierte en un divertimento dentro de los actos festivos, y entonces la prueba tiene diferentes variedades. Recogemos algunas, aunque la imaginación popular ha hecho que se realicen otras muchas que sería difícil enumerar.

a) Carrera de maletas. Se pueden llevar una o dos. A veces deben llevarse pesadas piedras dentro de la misma.

b) Carrera con candiles en la bragueta. Era típica del Bajo Aragón turolense. El candil no podía apagarse.

c) Carrera del huevo. Se llevaba en una cuchara que se aguantaba con la boca. No podía caerse.

d) Pies juntos. Se ataban y había que ir dando varios saltos largos y rápidos.

e) Entalegados. Era muy popular en todo Aragón y, aún, en la actualidad, se conserva su celebración en muchas de nuestras fiestas, pero los adultos ya no suelen participar.

f) De cántaros en la cabeza. Era exclusivamente para mujeres. La hemos encontrado en La Litera, Bajo Aragón, Almudévar, Almonacid de la Cuba...

g) Con tres tejas en cada mano, típica de Berbegal; era muy difícil porque la del centro se resbalaba y había que tener una mano muy grande para sujetarlas y mucha fuerza en los dedos.

h) A la pata coja.

i) Carrera de hombres con los ojos vendados, tal como se practicaba en Hinojosa de la Val (Teruel) en las fiestas de San Agustín, a principios de siglo.

j) Carrera sujetando la cola de un asno, tal como se hizo en Cañada de Verich en las fiestas del Pilar de 1930. Así aparecía en La Voz de Aragón: “Dia 22.- Por la tarde se celebraron varias clases de corridas, ganando el primer premio José María Andreu Serrano, que demostró ser valiente; consistió esta corrida en ir sujetando la cola de un asno a toda velocidad y en terreno llano durante el recorrido de 350 metros, aproximadamente” (22).

h) Carreras grotescas y de Carnaval.

Otro tipo de carreras

Existen carreras de pique entre dos corredores consistentes en ir de un pueblo a otro, correr contra un caballo o contra una bicicleta o tractor, que de todo hemos encontrado en Aragón.

No podemos olvidar a aquellos que su dedicación fundamental era la de correr o andar muchos kilómetros: correos, espoliques, etc.

Deben también considerarse las carreras con las vaquillas o el toro de fuego en los talones, que a la postre también son carreras, pero sin premio.

Una auténtica prueba pedestre era la que se realizaba en Zuera, en la Romería a la Virgen del Salz. Recogemos el texto de La Voz de Aragón del año 1927:

“Durante los tres días de Pascua de Pentecostés, Zuera celebra su fiesta pequeña en honor de la Virgen de Salz, que queda reducida a la Romería del segundo día y a bailes públicos.

A las cinco de la mañana suele empezar el desfile de los buenos zufarienses hacia la ermita, que dista diez kilómetros, haciendo uso de todo tipo de vehículos.

Al empezar la cuesta que da acceso a la ermita, se organiza la procesión, en la que figura una enorme bandera que un grupo de mozos lleva corriendo sin detenerse, teniendo a gala llegar a ser posible, haciendo el recorrido en el mismo tiempo que el año anterior o en un minuto menos; ha de tenerse en cuenta que suelen recorrerse los diez kilómetros en media hora y que no se detienen ni para cambiarse la bandera.

A pesar del airazo que hizo durante el día, los mozos de Zuera no se amedrentaron, realizando la hombrada Miguel Tenas, Isidro Ferrer, José Lanuza, José Olivan, Rogelio Sarasa, Antonio Marcén y Ramón Berasén” (23).

La sociedad actual ha evolucionado y así también lo ha hecho el pedestrismo, que se ha transformado pasando de las carreras rituales a carreras pedestres, con premios en metálico o bien ha desaparecido de las celebraciones festivas, aunque en los últimos años parecen renacer con gran fuerza.

La edad de los participantes

La carrera a pie se reserva fundamentalmente a los corredores de 18 a 36 años, aunque no haya unos límites de edad establecidos. También se suelen programar carreras infantiles para los niños a distancias más cortas. En Adahuesca la corrida de las peras de Santa Ana es exclusivamente para niños.

La mujer, por lo general, no solía participar en estas pruebas, aunque siempre encontramos excepciones. Ya hemos comentado que la carrera con cántaros en la cabeza estaba reservada a mujeres. En el programa de festejos de Almudévar del año 1906 aparece una corrida de mujeres.

José Fraguas opina en un tratado escrito en el año 1894 que las mujeres son más aptas que el hombre para el ejercicio de carrera, pues requiere soltura y ligereza de la que siempre suelen disponer. Añade: “(…) he aquí la razón por la cual sería útil imitar, no ya las carreras del estadio griego, ni las de antorchas (tal como allí fueron), sino la de las pastoras de Wurtenberg (Alemania), concediendo premios y distinciones a las vencedoras. Nuestros pedagogos, higienistas y políticos debían amparar y extender este ejercicio, hasta convertirlo en un número de los festejos municipales hechos todos los años al patrón del lugar” (24).

En otras ocasiones se realizan varias carreras para todas las edades. En Barbastro, en el año 1883, en las fiestas del Pilar, se organizaron carreras de hombres, mujeres, chicos y burros. En Peralta de A1cofea, en las fiestas de Santa Águeda de 1927, se celebraron carreras de casados, solteros y niños.

Interesante fue la carrera de ancianas de Mainar, tal como aparece en el periódico Heraldo de Aragón de 1931, comentando las fiestas de la localidad en honor a Nuestra Señora del Tránsito y a San Roque:

“También tuvimos el gusto de admirar la corrida pedestre que tres ancianas de la localidad se disputaron un pollo que el Ayuntamiento concedió. Por contar ochenta y uno, ochenta y siete y noventa y cinco años cada una de las corredoras, llamó la atención del público extraordinariamente, en particular la de ochenta y siete años, que llegó al término de la corrida dando vueltas y bailando como en sus mejores tiempos” (25).

En Gurrea, en el año 1932, se celebró en sus fiestas septembrinas una carrera de hombres de pesos fuertes, es decir, de mucho peso. En Montesusín, en el año 1975, en las fiestas mayores se realizaron carreras de gordos, de flacos, de jóvenes, de viejos, etc.; disfrutando el público durante toda la tarde.

La importancia de la prueba

Normalmente la carrera solía ser abierta, es decir, que se participaba en la misma libremente. En otras ocasiones había varias, aunque en realidad corría todo el que lo deseaba.

Algunas pruebas eran de tipo local. Así, en el programa de fiestas de Zuera del año 1912 se dice que el ganador de la prueba será nombrado campeón de Zuera y sus arrabales.

Otras son de tipo comarcal. En Borja, en los tiempos de la República, se organiza la competición para todos aquellos que pertenezcan a alguno de los pueblos incluidos en el partido judicial de la zona.

También las hay de tipo provincial o regional. La carrera de Huesca del año 1913 tiene carácter de campeonato regional, tal como reza en el programa. Sería ganada por Máximo Alamán, de Villamayor, seguido de Manuel Mercadal, de Blesa, y José Revuelta, de Torres de Barbués.

En otras ocasiones la carrera tiene carácter nacional. Así, en Chodes, en el año 1981, participaron Santiago de la Parte (Palencia), Antonio Prieto (Segovia), Abel Antón (Soria), Cholo García (Barcelona), etc.

Citas bibliográficas

1 Gran Enciclopedia Aragonesa. Voz Carreras, por Luis Gracia Vicién.

2 Gran Enciclopedia Aragonesa. Voz Pollos, corrida de, por Antonio Beltrán Martínez.

3 José Antonio Adell y Celedonio García. “El pedestrismo en el Altoaragón”, Argensola, Revista del Instituto de Estudios Altoaragoneses, número 94, II semestre 1982.

4 Programa de los III Juegos Altoaragoneses. 26-27 de septiembre. Huesca, 1981. Capítulo dedicado a la descripción de los juegos: prueba de andarines.

5 Programa de los I Juegos Tradicionales Deportivos del Alto Aragón. Capítulo de normas técnicas: Carreras pedestres.

6 Existen programas de todos ellos. En el de los Juegos Tradicionales Aragoneses celebrado en el día de San Jorge de 1985, día de Aragón, en Huesca se hace una descripción de los diferentes juegos, entre ellos de las carreras pedestres.

7 Luis Gracia Vicién. Juegos Tradicionales aragoneses, II. Librería General. Zaragoza, 1978, página 10.

8 Diccionario de la Lengua Española. Real Academia Española. 19 Edición. Madrid, 1970. Voz carrera.

9 Heraldo de Aragón. Martes, 1 de agosto de 1939.

10 Heraldo de Aragón. Jueves, 13 de septiembre de 1928.

11 Heraldo de Aragón. 9 de julio de 1933. Aparecen las mismas sanciones en otros periódicos de la época.

12 Heraldo de Aragón. 8 de septiembre de 1950.

13 Julio Caro Baroja. Fiestas populares de mayo a San Juan. La estación del amor. Taurus, Madrid, 1979. Página 148.

14 Ramón Violant y Simorra: El Pirineo español. Madrid, Ed. Plus Ultra, 1949, página 590, capítulo XII.

15 Ceferí Rocafort. Geografia de Cataluña. Lérida. Editado en Barcelona, página 229.

16 R. Perrin y otros. Almacelles, visió d’un poble. Ed. Abadía de Monserrat, 1970.

17 Heraldo de Aragón, 2 de agosto de 1904.

18 La Derecha, 30 de agosto de 1890.

19 Heraldo de Aragón, 5 de agosto de 1903.

20 Heraldo de Aragón, 10 de agosto de 1913. Crónica firmada por Modestino.

21 Julio Caro Baraja. “Correr animales”. Artículo publicado en Cambio 16, número 716; 19 al 26 de agosto de 1985.

22 La Voz de Aragón, 19 de octubre de 1930.

23 La Voz de Aragón, 7 de junio de 1927. Artículo titulado Romeria a la Virgen del Salz.

24 José E. G. Fraguas. Tratado racional de Gimnástica y de los ejercicios y juegos corporales. Casa Editorial y Librería de la Viuda de Hernando y Compañía. Madrid, 1894, Tomo II.

25 Heraldo de Aragón, 23 de agosto de 1931.

Publicado en también en la web:

 http://www.juegostradicionalesaragoneses.com/juegos/carrera_pedestre.htm