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García y Adell

Bandidos del siglo XIX por el Alto Aragón

Bandidos del siglo XIX por el Alto Aragón

 

Bandoleros aragoneses

Por José Antonio ADELL y Celedonio GARCÍA

Publicado en Diario del Altoaragón, 10 de Agosto de 2005

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     La situación política, económica y social de la España del siglo XIX fue determinante para que algunas personas desencantadas se echaran al monte. Muchos de estos personajes son los denominados “bandoleros románticos”.

     Por el Alto Aragón se repitió el mismo fenómeno extendido por España. Surgieron bandoleros como “Cucaracha”, “Chichón”, “Tasán”, “Bondades” y otros muchos. Eran admirados y temidos por el pueblo. Sus aventuras circularon de boca en boca hasta convertirse en personajes de leyenda.

     Popularmente se decía que “robaban a los ricos para dar a los pobres”, y, realmente, en muchos casos era así, puesto que a los pobres poco podían robarles.

     Diversas causas influyeron para que tomaran la senda del bandolerismo. La propiedad de las tierras estaba concentrada en pocas manos, tal como refleja la siguiente copla:

     En el cielo manda Dios,

     y en la tierra los gusanos;

     en el pueblo de Lanaja

     Bastaras y Juan Mariano.

     Las malas cosechas obligaban a muchos hombres a emigrar. Si no había trabajo tampoco podían comer y la emigración era para muchos la única salida digna.Robres y Alcubierre dicenque se quieren emigrar,Lanaja se esta muriendode sed y no hay que dudar.

     A estas causas habría que añadir la falta de moralidad en una sociedad en la que la enseñanza y educación era deficiente; las guerras carlistas, que asolaron el país durante el siglo XIX, el auge de las ideas socialistas y anarquistas, la repercusión romántica del bandolerismo andaluz, el alto índice de delincuencia, etcétera.

     Los bandidos aprovecharon los terrenos abruptos, como de la sierra de Alcubierre, por donde se escondía el más popular de Aragón, Mariano Gabín, más conocido por el apodo de “Cucaracha”, y toda su cuadrilla.

     Mariano Gabín, nació en Alcubierre y durante cinco años (1870-1875) aterrorizó a los pueblos próximos a la sierra. Su cuadrilla contó con más de cincuenta bandoleros, además de un centenar de cómplices y espías que le informaban puntualmente de todo lo que sucedía por la comarca. Murió el 28 de febrero de 1875 en un enfrentamiento con la Guardia Civil, en el corral de la “Anica”, en Lanaja, con cuatro de su banda: “El Cerrudo”, de Lalueza; “El Molinero de Belver”, “El Herrero de Osso” y José Solanilla Lacambra, natural de Palo.

Bandidos por el Pirineo

     En el Pirineo predominó otro fenómeno social, el del contrabando. Los enfrentamientos que en ocasiones mantenían los contrabandistas con los carabineros los convertían en auténticos bandidos.

     No obstante, algunos bandidos recorrieron tierras pirenaicas. El 30 de marzo de 1870, una cuadrilla de malhechores cometió un horrendo crimen en Benabarre. Robaron y acabaron con la vida del abogado Mariano Serrado y de su mujer Josefa Pallás.

     El plan se fraguó en la casa de Jaime Ibarz, apodado el “Conco”, en varias reuniones a las que asistieron, además del citado “Conco”, Mariano Encuentra, Antonio Mateo Blanco, Domingo Farré (a) el “Catalán”, Joaquina Perisé y Teresa Borrás.

     En mayo de 1872, otra cuadrilla de una docena de malhechores había proyectado un plan para robar en Lasieso. Uno de los encausados en el suceso fue Luis Guinda, apodado “Salero”, de Biel, que junto con sus hermanos Faustino y Juan Antonio capitanearon una cuadrilla que actuó durante varios años por las Cinco Villas y prepirineo.

     Otro robo famoso se perpetró en abril de 1878 en la casa consistorial de Canfranc. Se llevaron seis mil pesetas. Los presuntos autores, Pedro Callizo, Juan Antonio Garcés y Pedro Ladomega, fueron detenidos poco tiempo después por la guardia Civil.

     En septiembre de 1889 Andrés Callizo capitaneó una pequeña banda por los municipios de Bergua, Sobás, Fiscal, Fablo y Gillué. Callizo se había evadido con otros tres presidiarios de la cárcel de Tardienta. Fue capturado en marzo de 1890 por los carabineros del puesto de Bujaruelo.

     Los ladrones en cuadrilla volvieron a actuar en Abella. Los hechos sucedieron el 23 de agosto de 1891 mientras el cura párroco celebraba misa. Cinco bandoleros, enmascarados y armados de trabucos obligaron al cura a despojarse de sus vestiduras y le acompañaron a su casa para robarle más de mil duros de oro, mientras los fieles permanecían encerrados en la iglesia. Luego volvieron y sacaron a otros propietarios del pueblo, exigiéndoles 15.000 más, bajo la amenaza de ser degollados.

     Los presuntos ladrones fueron detenidos en Barcelona. Se consideraba cabecilla de la cuadrilla a Joaquín Torradillas Espulga, licenciado de presidio, natural de de Peralta de la Sal. Le acompañaba su primo José Torradellas Miranesa y Sebastián Pallás Serra, ambos vecino de Peralta, Rafael Morancho, de La Val de Lierp, y Joaquín Bares Porquet, de Alcampel. Se pensaba que eran los mismos autores de otro robo al cura de Betesa.

     En esta misma época se hacía famoso por las proximidades de Monrepós “Chichón de Nueno”. Melchor y Tatón, de Linás de Broto, imponían su ley en su comarca. En Ansó estaba el “Tío Camilo”, etcétera.

     A principios del siglo XX recorría los Pirineos la cuadrilla capitaneada por Ignacio Calefón, más conocido por el apodo “Bort de Llagotas”. Se había fugado en dos ocasiones de prisión y tenía su centro de operaciones en Montanuy. Y en Santorens actuaba Antonio Garreta, natural de Arén.

     Entre Longás y Luesia se halla la cueva en la que se escondía el “Tío Chaparro”. Era un buen trabajador, pero tenía fama de salir a los caminos a atracar a la gente. Se cuentan muchas historias de él. Murió en la cárcel en un enfrentamiento con su compañero de celda.

Por la Hoya, Somontano y Litera

     Por estas comarcas realizaban incursiones otros bandidos que tenían su centro de operaciones por los Monegros, como “Cucaracha”, o por las sierras de las altas Cinco Villas, como los “Saleros”.

     Estas actuaciones coincidieron con la Tercera Guerra Carlista, una época en la que los robos y asaltos se acentuaron por la escasez de guardias, ocupados en la persecución de los carlistas. En septiembre de 1874 varios ladrones tenían alarmados a los pueblos próximos a Almudévar, hasta que el médico de Almudévar y otro vecino de la villa detuvieron a uno de ellos.

     No conocemos todas las circunstancias que motivaron sangrientos sucesos, como el asesinato de cinco pastores en 1879 en el término de Almudévar. Por estos hechos fue encausado José Oliván y otros cómplices.

     Unos años antes, el 4 de noviembre de 1859, moría en el patíbulo levantado en Zaragoza, ante un inmenso gentío, Agustín Izquierdo y Pardo, natural de Huesa, de 28 años de edad, casado y autor de un homicidio cometido el 31 de julio de 1859.

     A finales de febrero de 1877 una cuadrilla de malhechores vagaba por los carrascales de Arascués, a pocos kilómetros de Huesca. En su persecución salió a primeros de marzo un piquete de la Guardia Civil.

     Un famoso bandido de Belchite, Bernardino Val, más conocido por el apodo de “Calzapreta”, fue apresado en Huesca el 14 de marzo de 1890. Se había asentado en la capital altoaragonesa, tras cambiar de vida por la presión que ejercía sobre él la Guardia Civil en su comarca de origen.

     A principios del siglo XX fueron detenidos Pascual Oliván, de Montmesa, y Esteban Atarés, de Almudévar, acusados de asalto en despoblado en los montes próximos a Ayerbe.

     En Barbastro nació un personaje curioso, Luis García, al que en Daroca pusieron el apodo de “Diablo Royo”. En 1835 marchó a Zaragoza y se unió a la partida del “Chorizo”, un bandolero urbano. Este año participó en el asalto a los conventos, distinguiéndose por su ferocidad. Se hizo dueño de las propiedades de la iglesia de Daroca y Monasterio de Piedra. Según el padre Beltrán, le sacaron el apodo por su genio violento, repugnante figura y por quemar muchas obras de arte para extraer la plata.

     Muchos sucesos fueron cometidos por malhechores desconocidos. A mediados de noviembre de 1870 los ladrones saltaron y robaron en Castillazuelo la casa de recaudador de contribuciones.

     Pocos sucesos fueron tan horribles como los crímenes cometidos el 2 de marzo de 1871 en Siétamo. Aquel día, fueron encontrados asesinados los cuerpos de Clemente y Eugenio Viñuales en la partida del monte de Val de Rey. Al rato, debido a la tardanza de otros dos jóvenes pastores que guardaban un rebaño, propiedad de Antonio Casamayor, salieron a buscarlos y los encontraron también asesinados a cuchilladas y puñaladas.

     Por la zona oriental actuaba “Tasán de Santistebe”, natural de San Esteban de Litera y coetáneo de “Cucaracha”. Fue un personaje real que ha pasado a formar parte de la leyenda. De él se narran muchas historias y se dice que “Tasán robaba a los ricos para dárselo a los pobres”.

     Por la misma comarca, a finales de septiembre de 1874 los voluntarios “Guías del Alto Aragón” hicieron prisionero en Calasanz a Antonio Aguilar. Había capitaneado una partida de ladrones que había robado en Castillo del Plá. Aguilar se autodenominaba carlista. Al tratar de escapar le dispararon y murió. En una casa próxima a la de Aguilar practicaron un reconocimiento y al levantar un montón de paja larga con las bayonetas hirieron en un hombro al cura del pueblo, que estaba escondido entre la paja y disfrazado de pordiosero.

     Al año siguiente se movía por la Sierra de la Carrodilla el imitador de “Cucaracha” Blasco de Osso. En diciembre de 1875 se había fugado y formó una banda de diez hombres.

     A comienzos de 1882, una partida de doce malhechores, capitaneada por un tal “Perdigana” actuaba por los alrededores de Barbastro. Era natural de esta comarca.

     Ya en el siglo XX, el 25 de julio de 1901 era detenido en las afueras de Barbastro “El yerno de la manta” por el intento de robo de caballerías en Bierge, durante la noche del 16 del mismo mes.

Por los Monegros y el Cinca

     En estas comarcas todavía se rememoran las hazañas de “Cucaracha” y su cuadrilla. Otros bandidos le habían precedido en la comarca y el fenómeno del bandolerismo todavía perviviría hasta comienzos del siglo XX.

     A mediados del siglo XIX, Joaquín Soler, más conocido con el apodo de “Chistavis”, tenía atemorizado todo el “país” de Sijena, donde había cometido numerosos robos y secuestros por cuya libertad exigía importantes rescates. Se habían destinado veinte guardias civiles en su persecución y los pueblos se habían levantado en somatén. El 20 de abril de 1860 fue detenido en la posada de la Concepción de Zaragoza.

     En Villanueva de Sigena nació Ramón Lordán (a) “Villanueva”. Se unió a “Cucaracha”, cuya banda en los comienzos se denominó de “Cucaracha y Villanueva”. Fue herido mortalmente por la Guardia Civil en una cueva situada en el monte de Juvierre, término de Castejón de Monegros, el 18 de julio de 1873.

     Otros miembros de la cuadrilla de “Cucaracha” fueron: Juan Ardid Jordán, de Alcubierre; “El Tuerto de Capdesaso”, que se ocupaba de escribir a los labradores exigiéndoles cantidades bajo amenaza de quemarles las mieses, fue detenido el 13 de julio de 1873 por estar implicado en el asalto a Farlete; Juan Andrés, capturado por la guardia Civil en Lanaja, junto con otros nueve compañeros, el 10 de mayo de 1874; Marcelino Berbeder (a) “El Sastre”, capturado en Sariñena, junto con otros seis bandoleros, el 18 de mayo de 1874; Isidro Berber, Francisco Larroy Ferrer y Joaquín Ollés Cuadrado, capturados el 22 de julio de 1874; Eugenio Berdún Otal fue apresado en 1876, en su casa de Sariñena; Demetrio Durango murió tiroteado por la Guardia Civil al intentar huir cerca de Grañén, el 2 de junio de 1876; Antonio Salvador (a) “Mayadito” murió despeñado mientras luchaba a brazo partido con un vecino de Gelsa al que quería robar; “Farineza”, que había sido segundo jefe de “Cucaracha”, fue detenido en 1879.

     Unos cuantos miembros de la banda de “Cucaracha” eran originarios de la ribera del Cinca. A esta zona se desplazaba cuando la persecución de la Guardia Civil le presionaba por la sierra de Alcubierre.

     Manuel Miró (a) “El Cigarro”, confidente de “Cucaracha” era el terror de Ballobar. Murió en esta población el 26 de agosto de 1874. Antonio Senar (a) “De Diego” moría en Belver el 27 de noviembre de 1875, tras herir a un guardia civil.

     El “Guardicionero de Alcolea”, también conocido como “La Víbora” y encargado de aplicar los castigos y torturas a los traidores, se fugó de la cárcel de Fraga y fue detenido en diciembre de 1875.

     La muerte de “Cucaracha” no supuso la desaparición del bandolerismo en Monegros y ribera del Cinca. Algunos individuos de su cuadrilla siguieron actuando y también surgieron otros imitadores, como “El Manco”, natural de de Villanueva de Sijena, que actuó en los términos de Castejón y Pallaruelo, o “El Peluca”, que fue herido en las balsas de La Almoda y murió poco después.     A finales de marzo de 1877 el desertor de presidio conocido con el nombre de Guardiola, capitaneaba una partida de doce ladrones en el término de Ballobar.

      Otro personaje curioso, al que le acusaban de crímenes y fechorías, era Ramón Argensó, apodado “Balagueró” o “Bondades”. El apodo lo dice todo, era, al parecer, una buena persona. Le acusaron de un crimen que no cometió. Actuaba por la comarca de Fraga. Algunas noches dormía en Torrente y hasta se atrevía a entrar en las casas de juego de Mequinenza. Fue capturado en noviembre de 1891 en territorio de Lérida por la Guardia Civil. Se hizo más célebre por las dificultades para capturarlo que por sus fechorías. Con motivo de su persecución fueron muertos inocentemente dos pobres navateros de Laspuña.

     La Guardia Civil del puesto de Sena detuvo el 14 de julio de 1896 a Antonio Campos, capitán de una pandilla, imitadores de “Cucaracha”, junto a Fernando Benavente y a Juan López.

     A comienzos del siglo XX los bandidos continuaron alarmando a las gentes de estas tierras. El 16 de agosto de 1906 el temor se acentuaba por los pueblos de la ribera del Cinca, debido a la evasión de la cárcel de Fraga del criminal Manuel Cazador, natural de Torrente. Sus fechorías recordaban a Manuel Casas y Fullola, natural y vecino de Torrente de Cinca, que en 1871 fue procesado junto con otros por robos en despoblado a Policarpo Serra, Mariano Atbala y Agustín Carrera.

     Al poco tiempo, en noviembre de 1906, el somatén capturaba en Albalatillo a Tomás Tagueña Alcolea, capitán de una partida de ladrones que actuaba en el término de Pallaruelo de Monegros. A la misma banda pertenecía “Marraco”, alias de Manuel Pérez, ex-carabinero de Ansó.

     También a finales del año 1906 pululaba por los Monegros Julián Irribarren, el jefe de una cuadrilla de bandoleros. Se había ocultado durante dos días en la masada de “Cajocuba”, término de Senés. Los labradores, amenazados de muerte, guardaron silencio.

     El bandolerismo todavía permanecería activo durante la primera década del siglo XX.  

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