El ciclo festivo en el Alto Aragón
Carrera pedestre tras la representación de la "Morisma" en Aínsa. C. GARCÍA
Por José Antonio ADELL y Celedonio GARCÍA
Las fiestas tradicionales también conforman el patrimonio inmaterial del Altaoaragón. En ellas se reviven tradiciones transmitidas de generación en generación que atraen a las gentes del lugar, a visitantes y a turistas. Constituyen un elemento importante de las señas de identidad de nuestros pueblos y ciudades. Repasamos a grandes rasgos algunas de esas celebraciones, siendo imposible referirnos a todas en este espacio, lo que ya hemos hecho en algunas de nuestras publicaciones.
Carnaval de Bielsa. J. A. ADELL
El Invierno
El invierno se inicia con las fiestas navideñas. Es tiempo de belenes, villancicos, rondas, aguinaldos y esperanza. Una de las tradiciones más comunes en muchos pueblos del Alto Aragón era la quema del “tronco de Navidad”, “tronca de Navidad” o “cabirón”. El jefe de la familia lo encendía, tras bendecirlo, rociándolo con un buen chorro de cazalla, que producía un fogonazo, y al grito de “¡cabirón, cabirón, caga turrón!” aparecían unas barras de turrón junto al fuego. Esta tronca permanecía encendida casi todas las navidades.
El primer día del año era costumbre en muchos lugares que los niños pasaran por las casas pidiendo el “cabo del año”. Por el Sobrarbe los ahijados pedían a sus padrinos el aguinaldo, lo que se denominaba “ir a buscar las lilas”.
La víspera de Reyes, además de despertar las ilusiones infantiles, surgían otras entre los jóvenes. En muchos pueblos jugaban a sacar “damas y caballeros”: en un puchero se introducían papeletas con los nombres de las mozas y de las viudas del pueblo y en otro los de los mozos viudos y tiones; después se sacaban las papeletas emparejándolos.
La semana de fuertes fríos la marcan los “santos barbudos o capotados” que llevan el frío en sus barbas y capas. San Victorián, santo de origen italiano, pasó gran parte de su vida en tierras del Sobrarbe. Es festejado en diversas poblaciones. En Abizanda aún continúan con la singular tradición de la predicción de las cosechas según el color de los langostos que aparecen sobre una sábana.
Las tentaciones y seres fabulosos que encuentra San Antón en el desierto, según la leyenda, da pie a que esta fiesta sea precursora del Carnaval (“Pasando San Antón, Carnestolendas son”). La víspera de la fiesta del Santo se encienden hogueras en casi todos los pueblos, junto a las cuales se reúnen los vecinos para consumir viandas y beber vinos y licores. Se le considera el patrón de los animales domésticos, que en esta fecha son bendecidos. En la Ribagorza se realizan las populares “pllegas” en beneficio de la cofradía del santo.
En diversos puntos del Altoaragón encontramos el poder de San Sebastián protegiendo a las gentes de devastadoras epidemias. Una buena parte de las poblaciones de la provincia lo festejan. Se levantaron muchos “pilarets” dedicados al santo donde se detuvo la peste. Tal es caso de Azanuy, Almunia de San Juan o Belver.
San Vicente es el copatrono de Huesca junto con San Lorenzo, ambos nacidos en Huesca. Por ello se organizan una serie de actos en honor del santo oscense, en lo que podríamos denominar fiestas de invierno de la ciudad. Hay que destacar la hoguera de la víspera, donde se reparten las patatas asadas, y la ronda. El día del patrón, además de los actos religiosos en la iglesia de San Vicente, hay diversas actividades festivas, culturales y deportivas.
En Albelda las fiestas tienen un acto central, como es la “Festa del Tosino” en que se recupera la tradicional mataría de forma masiva gracias a la iniciativa de la peña Lo Magré.
Una semana después de San Vicente llega San Valero, el santo obispo zaragozano. Fue desterrado a tierras del Altoaragón. Se le acogió bien en Daymus, por lo que en esa jornada las gentes de Velilla acuden a esta ermita. Desterrado en Enate, se encuentran sus restos en Estada que en un primer momento son llevados a Roda. Las tres poblaciones lo tendrán por patrón.
Los primeros días de febrero nos traen la Candelera, San Blas y Santa Águeda. La Candelera tiene feria en Barbastro e importante celebración en Salas Altas.
El santo obispo armenio Blas es universalmente conocido por ser el abogado de los males de garganta. En Agüero se organiza baile y los quintos reparten torta. Antaño estas fiestas duraban cuatro días. En Angüés es la fiesta pequeña y destacan los bailes y la comida de hermandad. En Robres son las fiestas patronales. En Villanueva de Sigena en este día se celebra la misa en la ermita del patrón. Antaño se subía hasta el lugar con carros y caballerías adornadas con campanillas. En Altorricón, en el año 1909 se creó la Sociedad Obrera de Socorros Mutuos San Blas. La importancia de esta sociedad llegó a ser tan grande que su fiesta pasó a ser la fiesta de invierno de la población.
Las águedas de Binaced. J.A. ADELL
Santa Águeda, Ágata o Gadea es la patrona de las mujeres. En Tardienta, Grañén y Castejón de Sos eligen alcaldesa. Las coplillas, denominadas también coplas o “cuplillas” las cantaban las mujeres a las seis o siete de la mañana; luego iban a tocar las campanas y en alguna ocasión gastaban bromas a los hombres que encontraban en su camino. Celebración importante en Binaced y en casi todas las poblaciones de la provincia. En Huerto juegan a “olleta” y en Grañén corren las roscas. En Ontiñena son sus fiestas de invierno.
El fin del ciclo invernal llega con el Carnaval. Es en el Sobrarbe donde encontramos los Carnavales más enraizados de la provincia, que no se dejaron de celebrar ni a pesar de las prohibiciones del franquismo. El más tradicional de todos es el de Bielsa, donde las “trangas” van a buscar acompañados de la música a las “madamas”. En el baile de la plaza aparecen numerosos personajes: “garretas”, “amontado”, “onso”... Las “trangas” persiguen a los niños, golpean el suelo, levantan las faldas a las mozas, etcétera. En la plaza se invita a torta y melocotón con vino.
Los Carnavales de Gistaín, Plan y San Juan de Plan se alternan, en la actualidad, en diferentes domingos para posibilitar mayor participación e incluso mayor aliciente para los visitantes. En el municipio de La Fueva se desarrolla desde el año 1984 el Carnaval itinerante. Todo se reduce a una jornada, en la que no se para ni un minuto.
En Campo pervive la fiesta. Se nombran seis mayordomos. Antes se tiznaba con el hollín de las chimeneas, pero en la actualidad sólo se emplea el azulete. Se ha recuperado el carnaval ansotano y el de Torla y los carnavales del Vero ahora se han convertido en los del Somontano. Entre los carnavales urbanos el de Huesca lleva un impresionante desfile, además de diversos actos lúdicos, gastronómicos y culturales.
Romería a la Virgen del Romeral en Binéfar. J.A. ADELL
La Primavera
La Semana Santa altoaragonés destaca por los desfiles procesionales de las ciudades con sede obispal como Huesca, Jaca, Barbastro o Monzón. En los pueblos algunas rituales merecen destacarse: el Vía crucis de Abiego o de Adahuesca, el paso de los romanos en Belver, el paso de los niños pequeños por encima del Santo Sepulcro en Albalate, el descendimiento del Cristo articulado de Castejón de Monegros, el monumento de Semana Santa de Biscarrués, las procesiones de Almudévar, Ayerbe, Alcolea, Graus o Binéfar.
CONTINÚA:
http://garcia-adell.blogspot.com.es/2009/01/el-ciclo-festivo-en-el-alto-aragon.html
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