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García y Adell

Las Corridas de Pollos de Grañén. Homenaje a Valentín Rodellar (I)

Las Corridas de Pollos de Grañén. Homenaje a Valentín Rodellar (I)

Carrera pedestre de Grañén 

Publicado en la revista Flumen XXI, Nº 2 (Tercer trimestre de 2000)

Celedonio García Rodríguez y José Antonio Adell Castán

     En el siglo pasado ya había una gran afición por las carreras pedestres, que se celebraban durante las fiestas patronales de Grañén, en honor de Santiago el Mayor.

    Las corridas se disputaban por la tarde. La denominada “corrida de pollos” ocupaba la tarde del día grande, tal como vemos en los programas de fiestas del siglo pasado.

     En las fiestas de 1886, el día del patrón, por la tarde, se celebraron varias carreras, la que se denominaba tradicional “corrida de pollos”, la de “la manzana” y carreras de niños.

    Estas pruebas pedestres también recibían el nombre de “carreras al estilo del país”; tal como aparecían en el programa de fiestas de 1899, nombre habitual que se daba a las carreras celebradas en las fiestas de los pueblos de la Hoya de Huesca y comarcas limítrofes.

    Las carreras estaban organizadas por el Ayuntamiento y bajo su presidencia se disputaban en la plaza Mayor. En 1902, el primer día se celebraron las corridas de pollos y la de chicos en sacos, y el segundo día la de niños. En 1903 también hubo “corridas de pollos”, de entalegados y otras diversiones improvisadas que fueron presenciadas por numerosa concurrencia.

    En 1904 el Heraldo de Aragón decía que las fiestas profanas se habían reducido “a las clásicas corridas de pollos en justa y a carrera larga, que despiertan mucho entusiasmo”.

    En 1907, el vencedor de las clásicas “corridas de pollos”, en dos días consecutivos, fue el corredor Fernando Val, quien dio cincuenta vueltas en pista (aproximadamente cinco kilómetros), en poco más de quince minutos.

    En 1908, B. Pérez relataba con gran precisión de detalles, en el Heraldo de Aragón, el desarrollo de la típica “corrida de pollos”:

    “Las corridas de pollos, tan populares y generalizadas en esta región, son los festejos que con más entusiasmo presencia el vecindario. A la hora prefijada suena el redoble del tambor de voz pública anunciando la celebración de la correspondiente corrida. Desde que esto tiene lugar hasta que comienza la función, la animación en las calles es verdaderamente extraordinaria; todos en animado tropel dirígense presurosos a la plaza Mayor y, rodeando la pista, sentados en el suelo unos, en sillas otros, y de pie los más, forman un formidable cordón muy semejante al del tendido de nuestras plazas de toros. Balcones y ventanas se ven atestadas de elegantes señoritas que, resguardadas del sol por multitud de sombrillas, forman un conjunto delicioso y dan gran realce a esta fiesta de sumo popularísima.

    Toma asiento el Jurado en la Presidencia y después aparecen los corredores con su traje especial, los cuales son pronto objeto de todas las miradas. Se le toma su filiación y da lectura en su presencia a las condiciones en que va a celebrarse el concurso.

    Acto seguido bate de nuevo el tambor en voz pública, se hace el silencio y se fijan las condiciones que para el público siguen durante la fiesta.

    Tras estos preliminares comienza la corrida y la animación en el público se hace, por momentos, delirante y por demás entusiasta. Entre los corredores los hay de otros pueblos y sus paisanos y los amigos de unos y otros dirigen sin cesar multitud de exclamaciones para animarles. Cuando un corredor, haciendo un supremo esfuerzo, consigue colocarse el primero, entonces el entusiasmo es indescriptible, el griterío formidable y el regocijo llega a su colmo. Los corredores, sudorosos, se animan más y más; a algunos les emocionan las ovaciones, y nerviosos, se les ve palidecer.

    Faltan pocas vueltas y la lucha se hace por momentos más violenta y en medio de ese entusiasmo general termina la corrida, se adjudican los premios y cada corredor se retira rodeado de sus más íntimos amigos y seguidos de multitud de curiosos.

    Tras esta corrida se celebra otra de hombres metidos en sacos, los cuales con sus numerosas caídas regocijan también el numeroso concurso”.

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